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IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo

Comes y te vas

Cuando alguien nos recuerda que la administración de justicia de nuestro país, así como quien gobierna al pueblo, o dice hacerlo, están inmersos en la hipocresía y la burla.

O cuando, desde el exterior, critican al jefe de la nación y le exigen ordenar investigaciones detectivescas o policiales serias sobre muertes pasadas o del presente, sentimos estremecimientos lúgubres.

Lo acabamos de notar en uno de los mil casos pendientes. Sí, el de Ayotzinapa, envuelto en un misterio artificial que nos recuerda a Perogrullo.

O lo que hicieron en tiempo de Ernesto Zedillo: sembrar pruebas, un cráneo humano, para obtener un cargo. O disipar la duda. Contra el enemigo político. El hermano incómodo.

Era cuando Zedillo ya presidente, pretendía castigar, a través de su hermano Raúl –tampoco blanca paloma- a Carlos.

No se olvida que éste, después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, hizo a Zedillo –no se hagan bolas, dijo a su Gabinete- en los pinos– candidato y jefe del Ejecutivo con ayuda y a cambio de Punta Diamante, Guerrero, hoy en llamas. Cuyo, dueño todos saben el nombre. Pero no lo dicen.

El fiscal federal era Lozano Gracia y el director general de averiguaciones previas Pablo Chapa Bezanilla. Se contrató a una mujer, “la paca”, para que con “brujería” encontrara la “calaca” que previamente sembraron en una de las residencias de Raúl.

Así lo hicieron, ya no presunto, sino responsable también de homicidio. Amén de otros como lavado de dinero y corrupción “legalizada”. Todos sabemos lo que sucedió.

Se les hizo bolas el engrudo y costó la chamba a los perversos. Y el hermano incómodo fue exonerado del crimen. Continuó un buen rato en prisión por otros cargos.

Pero, luego del “debido proceso”, la inmanente justicia, diría un ministro, le abrió las puertas del penal. Además recuperó los 135 millones de dólares que le descubrieron con otro nombre en un banco suizo. Y, como hoy sucede, le pidieron perdón.

La muerte o desaparición de los 43 estudiantes de Guerrero sacudió al pueblo. Los medios no llegan a ponerse de acuerdo. Pero la verdad también es que a nuestras autoridades, a todas ya se les quemaron los frijoles. Ni modo.

Que reviva la lumbre que, dicen los expertos extranjeros a quienes los invitaron a un: “comes y te vas”, nunca existió porque los restos se los llevó el río, según la PGR.

Confundimos con frecuencia el sentido del deber y lo hacemos para nuestra complacencia. A costa del sacrificio y entrega de quien decidimos hervir. No servir.

Se lavan las manos y como bien decía Jesús Pérez, mejor conocido como Don Pito Pérez, personaje del escritor michoacano José Rubén Romero:

 “¿Qué favor le debo al sol, por haberme calentado, si de chico fui a la escuela, si de grande fui soldado, si de casado cornudo y de muerto condenado?

¿Qué favor le debo al sol por haberme calentado?

Por ello, mejor regala una sonrisa:. A quien lo merezca. Tu amor a quien lo valore. Tus lágrimas a quien te acompañe. Y Tu vida, a quien te ame.

Este consejo: si deseas que tus sueños se hagan realidad, despierta. Y es totalmente cierto que el llanto que tú provocas hoy, puede ser el tuyo de mañana. Pero ellos no lo entienden.

No olvidemos que  solo hay dos cosas que podemos perder: el tiempo y la vida.  Lo segundo inevitable. Lo primero imperdonable. Debemos entender que el que sabe lo que busca, no se conforma con lo que encuentra.

Ni que el que calla, no siempre otorga. A veces no tiene deseos de discutir con idiotas. Perdón, como ya se hizo costumbre.

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