IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo
La sonrisa y el ocaso
Hablemos primero del ocaso de un sexenio, éste, porque la promesa de un país en paz se extravió hace mucho. Don Alfonso Zárate nos lo refrenda con sabiduría, “esta administración no pasará a la historia sino por sus malas cuentas” y las enumera:
Apropiación de los más relevantes espacios de poder por la cofradía mexiquense. Su incapacidad para frenar el desbordamiento delincuencial. Las maniobras para desandar los escasos avances democráticos.
La corrupción desbordada desde los más altos estamentos del poder. El pobre desempeño de la economía. La realidad muestra la prevalencia en todo el territorio del país e incluso en las carreteras federales de grupos criminales que hacen y deshacen, ante la pasividad, complicidad o incompetencia de las autoridades.
La pudrición que surge a cada momento por la muerte en carreteras mal construidas. El alto valor que pagamos todos por ellas a empresas descalificadas.
La decepción cunde. La irritación social se palpa en cada conversación. En cada encuentro.
Cierto hay desatino, desaliento, errores, equivocaciones, yerros, pifias. Torpeza, descuido. Pero lo más grave de un gobierno que, por así decirlo, huye: Arrogancia, altanería, altivez, imperio, petulancia.
Pero lo más grave, la insolencia ante el desprestigio de sus subalternos, que lejos de sancionarlos. Los estimula. Y Premia, como al secretario de Comunicaciones y Transportes. A quien defiende como socio.
Y ahora sí, hablemos de la sonrisa, dedicada, a todas las Marinitas, en éste su día.
Y en especial a nuestra amiga Beatriz.
A quien sugerimos tomarlo como consejo de un amigo:
No te enojes ni te empeñes en cosas o personas que no puedes cambiar. Sigue adelante, déjalo ir. Concéntrate en lo que puedes cambiar, en las cosas que mejorarán tu vida.
Estas son algunas citas para alcanzar la felicidad, porque tú te mereces seguir feliz.
Mantén la esperanza y verás que todo dolor pasa.
Sonreír es definitivamente el mejor remedio de belleza.
Tener buen sentido del humor y un buen enfoque de la vida, ¡eso si es hermoso!
Caigo, me levanto, cometo errores, aprendo.
Nos han herido pero seguimos vivos. Somos humanos, no somos perfectos y por ello estamos agradecidos.
Cuando decides perdonar a los que te hirieron, te liberas de su poder.
El pesimista se queja del viento. El optimista espera que cambie. El realista ajusta las velas.
Aprendí a dar; y no porque tenga mucho, sino porque se exactamente lo que se siente el no tener nada.
No lleves tus errores contigo. ¡Colócalos bajo tus pies y utilízalos como escalones!
Las personas que se sienten atraídas por tu cara bonita o por tu maravilloso cuerpo, no estarán a tu lado para siempre.
Pero la gente que puede ver lo hermoso que es tu corazón nunca te dejará. craveloygalñ[email protected]