IMPULSO/Carlos Ravelo Galindo
¿Y la tolerancia?
Después de haber escrito sobre la avaricia y la intolerancia, hoy hablemos de la tolerancia.
Es indudable que la tolerancia, considerada en la actualidad como uno de los valores morales primordiales del hombre, seguramente debió estar presente desde los albores del género humano.
Valor estructurado desde luego en la conciencia del individuo como un mecanismo de defensa.
De otra forma, si el hombre hubiera sido inflexible ante los demás, la humanidad se habría extinguido inexorablemente.
Es indudable que la tolerancia siempre fue utilizada primordialmente por el área afectiva para evitar los conflictos grandes o pequeños que surgieron entre los pueblos o entre las personas en particular.
Nos asistimos del ilustre Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, para abundar en el tema. Nuestra charla fue de conocimientos. Que aquí exponemos:
La palabra tolerancia proviene del latín tolerantia, que significa quien puede aguantar, soportar o aceptar.
El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española la define como “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. El término se usa también desde otros sentidos, como el biológico, el económico, etcétera.
La tolerancia lleva a reconocer las diferencias inherentes a la naturaleza humana, a la diversidad de las culturas y religiones o de las maneras de ser o de actuar en forma coherente.
La tolerancia es una actitud fundamental para la vida en sociedad, pero siempre debe tener un límite.
Cuando se traspasan los acuerdos o las leyes que son las grandes mediadoras en los conflictos, tiene que venir forzosamente el castigo para lograr que los individuos, los pueblos o las naciones entren en razón ante una intolerancia manifiesta.
Coincide don Fernando cuando aduce que no todos los individuos están capacitados para ser tolerantes ya que, irremediablemente, la tolerancia depende de la capacidad biopsicosocial del hombre para ejercerla.
Decíamos ayer con doña Rosa Chávez Cárdenas que en nuestro entorno, la intolerancia se observa con mucha frecuencia dada la evolución tan vertiginosa que ha tenido la sociedad moderna, en donde todo cambia con una rapidez asombrosa y esto conduce a una situación de intolerancia.
Así, vemos cómo el conflicto surge de inmediato con consecuencias que pueden ser leves o muy graves. Helen Keller ha dicho con mucha sabiduría que la mejor consecuencia de la educación es la tolerancia.
Las mentalidades individuales evolucionan mucho más rápido que las leyes y ello provoca un desfase entre la moral social, convenida implícita y colectivamente, y las leyes civiles.
La historia muestra que, desde el siglo XVIII, algunos de los filósofos de la ilustración como Anne-Robert Jacques Turgot (1727–1781) señalaron la relación que existe entre una actitud de tolerancia y el progreso de los pueblos. [email protected]