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En las nubes

IMPULSO/Carlos Ravelo Galindo
Secreto de dos no es secreto

Se ha hablado y escrito tanto del caso Duarte, el de Veracruz, que dejó de ser misterio. Nosotros nos atrevemos a dudar que se haya “robado” tanto dinero. Algo, sí, como tantos políticos. Por ello repetimos lo que platicamos con nuestro amigo Fernando Calderón Ramírez de Aguilar. Llegamos a tocar el secreto, que aún lo mantiene alejado de nuestra justicia. Por cuánto tiempo, preguntaríamos.

Secreto, la palabra más violada en el mundo, la más vituperada y la más usada para la traición por determinado tipo de personas con carencia total de honor, ética y moral, es un hecho que pertenece a un individuo o a un dominio reservado de dos o más personas que impide la penetración ajena para su conocimiento, el cual sólo se hará saber a las personas iniciadas y seleccionadas rigurosamente.

Es un hecho que el secreto no se comunica o se da a conocer so pena que deje de serlo y se pierdan todos los atributos y utilidad que debe tener.

Toda relación entre personas depende evidentemente del hecho previo de que saben algo unas de las otras. Con todas las limitaciones que ello tiene, puede afirmarse que la intensidad y matices de cada tipo de relación dependen tanto del grado en que cada parte se revela a la otra a través de la palabra hablada o escrita como de los hechos.

Desde luego, ello implica que pueda existir cierto grado de equivocación en la percepción de lo hablado o de los hechos, ya sea por desatención a lo que se confió, por incapacidad para su comprensión, o por ignorancia.

Toda relación entre personas hace nacer en la mente de cada una de ellas una imagen de la otra. Imagen que evidentemente está en relación recíproca con el vínculo real. Además, la relación entre los individuos se basa efectivamente en la imagen que cada uno de ellos se forma del otro.

La persona o personas con que tratamos un hecho secreto pueden revelarnos voluntariamente la verdad sobre él o ellas, pero también pueden engañarnos con mentiras y ocultaciones. Sólo el ser humano puede por su propia voluntad revelarse en su verdad o esconderse.

La veracidad y la mentira tienen una gran importancia para las relaciones entre personas. Las estructuras sociológicas se distinguen de un modo característico por el grado de mentira que opera en ellas. Fomentan con ello la unión o la desunión del grupo, así como su permanencia, desintegración, ya sea parcial, o total.

En las civilizaciones que se consideran más poderosas, ricas y amplias, es importante conocer que la vida descansa sobre una infinitud de presupuestos que el individuo no puede analizar ni comprobar hasta el fondo, sino que ha de admitirlos sólo de buena fe. Mucho más ampliamente de lo que suele pensarse, la existencia moderna descansa sobre la fe y la honestidad de otros: desde la política -que cada vez es más intrincada y llena de mentiras que rompen la buena fe de los ciudadanos al ocultar o matizar ciertos hechos verdaderos que obligadamente deben ser conocidos y que se ocultan a un determinado plazo puesto por los políticos sin la aprobación social-, hasta las actividades científicas donde los investigadores aplican una infinidad de resultados hallados por otros y que no pueden verificar.

Basamos nuestra decisión sobre un complicado sistema de representaciones, la mayoría de las cuales presuponen la confianza en que no somos engañados. De ahí que la mentira en la vida moderna sea más nociva, ya que hace peligrar los fundamentos de la existencia mucho más que antes.

Pero si las pocas personas que están más cerca de nosotros nos mienten, la vida se hace insoportable.

La mentira que se impone, esto es, que no es descubierta, constituye sin duda un medio de perpetrar una superioridad intelectual y de someter y dirigir a los menos avispados por su falta de conocimientos y su buena fe.

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Dato
El mentiroso nunca tendrá conciencia total de su inmoralidad, si la tuviera, caería en cuenta de la perversidad absoluta que lo convierte en un hombre non grato a los demás.

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