Diciembre 25, 2024
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En las nubes

IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo
Ismael Spíndola Reyes

Esta narración, hecha en forma por demás amena, vale la pena compartirla, lo hacemos con la autorización de nuestro amigo y en la forma completa, incluidos los prolegómenos.

Resulta que el doctor Fernando Calderón Ramírez de Aguilar nos contó lo que él llama el Cristo de los pasadizos. Nos advierte que su historia es verídica.

Y que este suceso que te voy a relatar es uno de esos casos raros considerados por la creencia popular como un verdadero milagro, el cual llena de esperanza los corazones y alimenta el espíritu del género humano.

Y nutre fervientemente la fe, para tolerar los infortunados avatares de la existencia, que por desgracia son muchos y muy variados, y que impiden la recuperación total del espíritu ante su multitudinaria presencia.

Antiguamente, nos dice, los pasadizos eran muy frecuentes en muchos sitios y servían para el tránsito de las personas en caso de alguna contingencia inesperada.

Sin embargo, en nuestro caso servían para trasladar los pacientes de un hospital de alta especialidad a otro, cuando el caso lo ameritaba, ya fuera por el frio de la noche o por la presencia de una fuerte tormenta con multitud de rayos que mostraban el enojo del cielo.

Quién colocó a un Cristo en el pasaje, en ese sitio de intersección. Nadie lo sabe.

Pero los médicos, camilleros y pacientes le tenían un gran respeto porque se sabía de su actuar consuetudinario en la curación de los enfermos que frente a él cruzaban y contritos rogaban al crucificado, coronado de espinas, por la recuperación de su salud.

A quien le sucedió y tuvo la fortuna de que le ocurriera, nunca ha salido de su asombro, ni termina de dar gracias al Creador por lo acontecido.

Es más, entró a una orden religiosa de esas que aman tanto a los animales como a los humanos y ahora forma parte devota de ella. Es el más esforzado, obediente, disciplinado y humilde franciscano.

Ismael Spíndola Reyes. Doy el nombre con su autorización por si alguien duda y quiere consultar los archivos que contienen la información pertinente del bendito suceso.

Fernando explica este maravilloso relato y a su desafortunada desgracia:

Ismael manejaba en la carretera México-Puebla.

Desde luego no existían las autopistas que hay en la actualidad, así que transitaba por una vieja carretera en mal estado, llena de baches y peligrosos precipicios que sorteaba con rara habilidad, ya que era un conductor excelente y responsable.

Pero tuvo la mala fortuna que un humilde borrico se atravesara en el camino y el automóvil lo chocara de frente el animal. Y al hacerlo, Ismael quedó prensado de la pierna izquierda dentro del vehículo.

Como desafortunadamente suele suceder, el auxilio tardó muchas horas en llegar y la presión sobre su pierna era intensa y sumamente dolorosa, lo que ocasionó una compresión de la arteria femoral que provocaba ya una gangrena isquémica severa.

El proceso de salvamento fue muy complicado y tardado, pero una vez que se logró sacarlo de su vetusto automóvil y se le subió a la ambulancia para ser trasladado al hospital, ya la extremidad mostraba un sufrimiento enorme.

El traslado fue al hospital más cercano en donde desde luego nada pudieron hacer y decidieron enviarle a la ciudad de México para su atención en un hospital de alta especialidad. Esto consumió aún más tiempo y la gangrena se manifestaba con mayor intensidad.

Una vez que llegó al centro médico adecuado, se le trasladó al hospital que se juzgó más pertinente. Ahí lo revisaron y encontraron aun mas lesiones, sobre todo óseas, mismas que fueron reparadas, pero el problema vascular continuaba siendo la prioridad.

Una vez estabilizado el sistema musculo-esquelético, se consideró prudente su envió de inmediato a un servicio que tenía excelentes cirujanos angiólogos para ver si era posible evitar la amputación, que ya ésta se vislumbraba y se sabía que casi no había esperanza de evitarla. [email protected]

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