Noviembre 23, 2024
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En las nubes

IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo
El propósito
“Conservar la tierra, el agua y  atmósfera puras, igual que alma, mente  y corazón”, diría Zoroastro o Zarathustra, nacido 26,700 años a. de C.
“Tierra, imagen mía, aunque  pareces tan impasible, amplia esférica. Sospecho ahora que eso no es todo; Sospecho ahora que hay en ti algo, susceptible de estallar. Que no me atrevo a expresarlo con  palabras, ni aun en estos Cantos”. Walt Whitman
Existe un antiquísimo  sistema filosófico que puede abrirnos la puerta a una forma  más respetuosa, amorosa  de  relacionarnos con la madre tierra.
Su nombre es, nos dice la escritora  Rosa María Campos: Zoroastrianismo, Mazdeísmo, Parsismo, o Culto al Fuego, cuya finalidad es que nos acerquemos y comuniquemos  con el Sol como Padre, esencia espiritual del universo y aprendamos a escuchar la voz de la Madre Tierra, para hacernos  con la totalidad de la creación.
De allí el  mensaje de “conservar la tierra, el agua y la atmósfera pura, igual que  el alma, mente  y corazón”.
Zoroastrianismo o “Culto al Fuego” es un ejemplo inspirador para aprender cómo cada uno de nosotros puede acercase a la Madre Naturaleza y formar parte del despertar del planeta.
Zoroastro o Zarathustra, el profeta fundador de esta filosofía como sus seguidores de ayer y de hoy, reverencian al Sol, igual que los egipcios a Horus, su símbolo más venerado porque el astro rey todo lo purifica sin contaminarse y es la mayor inteligencia  espiritual  conocedora  de  todos los secretos celestes.
Descendiente de  una familia real, Zarathustra nació 1,700 años a.C. en Persia. Su vida se desarrolló  en total compenetración de esa cultura prehistórica de un Irán del Mediterráneo y el Mar Negro de veranos leves, cálidos e inviernos crudos y terribles.
Se cuenta, nos dice la poeta, filosofo y periodista Campos, que por aquel entonces Zarathustra descubrió  la manera inteligente de comunicarse con el espíritu de Sol y de  la madre tierra, junto con sus plantas, animales, rocas,  ríos. Y con infinita paciencia enseñaba a sus devotos  el acatamiento y respeto  que deberían fomentar y acrecentar por la madre tierra.
El profeta también instruía a sus seguidores sobre el gran amor de Gea por los labradores, sus hijos predilectos, a quienes además de gratificar con sus cosechas les  trasmite  sus  poderosos secretos. Que  se convertían en bendiciones para su familia.
Zarathustra predicaba que la llamada muerte es el  océano de la vida, en el  que recaen, una por una, las gotas de agua más densas, para que luego  el sol las  haga subir En las Nubes sobre el mar y dancen en el cielo con sus trajes de vapor.
Un zoroastriano o parsis no sepultan a sus muertos, los conduce a una Torre del Silencio donde el Sol, los animales y la lluvia se encargan de purificar el cadáver. [email protected]