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IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo
Nicolás Maquiavelo (II)
Las pretendidas alianzas que tenemos pendientes con todo mundo, pero principalmente con el güerito del norte, nos llevan a continuar con el florentino inteligente y, claro, con nuestro ilustre amigo Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, que con su singular gentileza, sigue en la historia de sus personajes. Aclara que la alianza entre Luis XII y los Borgia había de ser para Florencia una causa de inquietudes y preocupaciones. ¿Cómo hoy para México?, lo interrumpimos. Nos dice:

“Durante los años que fue duque de Romaña, César Borgia no dejaba de amenazar al estado Florentino. Ello proporcionó a Maquiavelo la oportunidad de tratar el asunto que perturbaba a los florentinos cuando César les exigía aumentar su soldada a cien mil ducados, suma que no estaban dispuestos a pagar.

Ésta fue su primera legación que resolvió acertadamente. Este problema permitió que se le confiara otra ante Catalina Sforza, mujer de gran inteligencia. Al sufrir la insurrección de su pueblo, se protegió en el castillo de Forlì.

Más adelante, Catalina fue traicionada y César Borgia la detuvo, pero como mujer inteligente que era, tuvo la suficiente presencia de ánimo para rendirse a las fuerzas francesas lo que le valió la vida. Maquiavelo, que había discutido durante diez días con la condesa y ayudó a solucionar el problema, vio como cada día su sentido de observación y las experiencias vividas aumentaban su aprendizaje.

Las conquistas territoriales y políticas de César fueron múltiples y variadas en la península. Nicolás lo admiraba seducido por sus maneras y su trato cordial hacia él, ya que César era un hombre educado, inteligente y de finas maneras. A su vez, Maquiavelo se daba cuenta de que era un enemigo potencial y peligroso para Florencia y no dejaba de advertirlo a sus coterráneos.

Maquiavelo en realidad nunca fue embajador oficial. Siempre fue enviado a muy diversas partes. Cruzó los Alpes innumerables veces para realizar misiones diplomáticas. Eternamente se quejó del sueldo raquítico que se le pagaba y casi siempre viajaba con dos auxiliares para que le ayudaran y nadie más.

Al regreso de los Medici, fue despedido por decreto el 7 de noviembre de 1512. Aprehendido y torturado se le acusó de pertenecer a una conspiración contra los tiranos Medici.

Durante su encarcelamiento es maltratado y vejado hasta que el Papa León X interviene para su liberación ya que al tomar la tiara decreta un armisticio general.

Sale de prisión el 13 de marzo de 1513, se retira a su propiedad en San Casiano in Val di Pesa en donde realiza trabajos de campo conviviendo con los obreros y se revela como un gran escritor. Ahí inicia su obra más importante: El Príncipe. La obra fue escrita en lengua vulgar, pero el título lo fue en latín: De Principatibus, así como los títulos de los 26 capítulos. El libro comienza con un prólogo laudatorio. Enumera a continuación las diferentes clases de principados que antes de su conquista se regían por sus propias leyes.

El más importante es el capítulo en que Maquiavelo se ocupa de los principados nuevos que se han adquirido con las propias armas y con el talento personal y que se titula “De los principados nuevos que se adquieren con armas y fortuna de otros”. Dedica dos capítulos al cuidado que el príncipe debe poner en la elección de sus ministros. El príncipe no vacilará en pedir consejo a los hombres sabios en que habrá de rodearse. Sus consejeros deberán ser hombres probos, rectos y seguros. Después de haber considerado todos los problemas que tendrá que resolver un nuevo príncipe, Maquiavelo se dedica a despertar su ambición. Lo hace en el último capítulo del libro”.

En El Príncipe, se encuentra apenas una docena de frases que establecieron lo que ha dado en llamarse maquiavelismo. Citemos las más notables: dominar con seguridad un estado recientemente conquistado, basta con haber extinguido la dinastía de los antiguos príncipes”.

“No hay que olvidar que es necesario ganarse a los hombres o deshacerse de ellos”. “El usurpador de un estado deberá cometer de una sola vez todas las crueldades que su seguridad exija, para no tener que repetirlas”. “Un príncipe prudente sólo puede y debe cumplir su palabra cuando con ello no se cause un daño”. Maquiavelo es un hombre que se atreve a exponer con claridad y sin cortapisas su pensamiento honradamente. De ninguna manera lo hace con maldad como se ha hecho creer equivocadamente.

Debido a algunas opiniones influyentes de su época, cuando la Iglesia Católica emprendió la contrarreforma, obra del concilio de Trento, su obra fue proscrita en 1577 bajo el pontificado de Pablo IV y la condenación bajo el pontificado de Pio IV su sucesor.

Maquiavelo muere a los cincuenta y ocho años de edad el día 27 de junio de 1527 y es inhumado en la Santa Croce en Florencia. Cuando uno entra y pisa ese sagrado recinto, se percibe una sensación de admiración y respeto por quienes ahí reposan, los más brillantes florentinos que le dieron al mundo cosas maravillosas. Están las tumbas de Miguel Ángel, de Rossini, de Galileo Galilei y el mausoleo vacío de Dante quien murió en Ravena y sus restos nunca fueron trasladados a ese hipogeo, descansan en paz. [email protected]

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