IMPULSO/ Enriqueta Cabrera
La revista “The Atlantic” publicó en octubre de 2017 un ensayo titulado “The first white President”, el texto de Nehisi Coats no se refería a que Estados Unidos tuviera a su primer presidente blanco, evidentemente todos los presidentes anteriores a Obama fueron blancos.
El ensayo se refería no sólo a la negación del legado de Obama, sino al ultraje que había representado para los conservadores supremacistas y para el nuevo presidente que Estados Unidos hubiera tenido un presidente afroamericano durante dos periodos. Uno de los postulados fundamentales de la nueva política migratoria y hacia las minorías se ubica precisamente en la política para recuperar la supremacía de los blancos, con el slogan de la campaña y del presidente de Trump, que fue “Let´s take our country back”, es decir, recuperemos el país de las minorías que no son blancas, de los latinos y mexicanos, de los afroamericanos, pero también de los asiáticos, de los provenientes de países árabes o los indios.
De ahí surge la emergencia nacional decretada en la frontera con México y el dicho de que la migración de los miles que buscan asilo y trabajo en EU es una invasión, así como la amenaza de cerrar la frontera que no llegó a realizarse. El tránsito en la frontera es una forma de presión que afecta a cientos de miles que se trasladan de un país a otro diariamente, haciendo crecer las dificultades que afectan el comercio transfronterizo. En resumen, ahí está el infierno diario en el tránsito entre ciudades hermanas a uno y otro lado de la frontera, lo mismo entre Ciudad Juárez y El Paso que entre Tijuana y San Diego.
En Estados Unidos viven y trabajan alrededor de 37 millones de mexicanos de origen, 70 por ciento nacieron en Estados Unidos, 30 por ciento en México. Cincuenta por ciento de esos mexicanos se ubican en los Estados fronterizos de California y Texas. Los latino-mexicanos casi doblan su población cada 40 años. Son la población que más crece. La migración de mexicanos hacia Estados Unidos ha disminuido, sin embargo, el poder de compra de los mexicanos estadounidenses aumentó 450% desde 1990. Los Ángeles es la ciudad con más mexicanos después de la Ciudad de México. La gastronomía y la cultura de México se fortalecen, los aguacates tienen ya carta de naturalización. De acuerdo con David Maciel, maestro de la UCLA, orgulloso chicano con un libro en imprenta: Historia mínima de los mexicanos de fuera, según la Academia Mexicana de la Lengua, Estados Unidos es el segundo país de habla hispana a nivel mundial. En Estados Unidos, el país más grande donde se habla inglés, hay 140 canales de televisión en español siendo los más importantes Univisión y Telemundo, además transmiten en español 600 estaciones de radio.
La demografía es preocupación para los conservadores y supremacistas, siendo los latinos la minoría que más crece. Crecen las publicaciones en español, y los jóvenes conocidos como dreamers, tienen una gran estima, su trabajo es ampliamente reconocido por su calidad en distintas fuentes de trabajo, de manera destacada en los hospitales y las universidades. Los mexicanos en EU son originarios de distintas oleadas, desde los que vivían en territorios arrebatados a México hasta los migrantes de los años cuarenta del programa Bracero o las migraciones de 1990 a 2010 y las actuales en disminución, los jóvenes y niños que llegaron son sus padres con o sin documentos…
El gobierno de México a través del Instituto Nacional de Migración, la Secretaría de Gobernación y las políticas definidas por la Secretaría de Relaciones Exteriores, han puesto en marcha controles fronterizos de registro de los inmigrantes, visas de tránsito, visas de trabajo para permanecer en México, fortalecimiento del sistema de asilo, todo ello con un enorme esfuerzo e insuficientes recursos económicos y en el marco del respeto a los derechos humanos y la urgente necesidad de fortalecer la Comisión de Asistencia a Refugiados, COMAR. Estas políticas de México son adecuadas. Existe también la necesidad de diálogo entre los dos países. La migración es para México y Estados Unidos un asunto de política interna y también un asunto de política bilateral.
Como nunca antes, será difícil llegar a acuerdos en materia de política migratoria, pero indudablemente será necesario avanzar en ese camino. Sólo será posible avanzar a través del diálogo entre los dos países, como corresponde a la vecindad fronteriza, a una relación interdependiente a lo largo de toda la frontera y al respeto a las soberanías de ambos países. El primer paso podría ser el inicio de un entendimiento en la materia. El diálogo responsable, sin confrontaciones, respetuoso, es el punto de partida.