IMPULSO/ Agencia SUN
Cancún, QR.
Un perfecto ejemplo de la pérdida de biodiversidad local y regional, cuyos recursos naturales se han degradado por el desarrollo urbano y turístico no planificado o pervertido, así como por la sistemática violación de las restricciones contenidas en leyes ambientales, es Cancún, sede de la Cumbre Mundial sobre Biodiversidad (COP-13); y le siguen los pasos otros centros turísticos como Puerto Morelos, Holbox, Tulum y Bacalar.
Las discusiones aquí, que involucran a 122 ministros de 196 países para firmar compromisos que reviertan la veloz degradación de ecosistemas que hacen posible la vida humana en el planeta, siguen la ruta crítica marcada por las Metas de Aichi (2011-2020) ante la necesidad de frenar y mitigar los impactos.
De acuerdo con urbanistas nacionales e internacionales, Cancún —nacido de la selva y fruto de una de las planeaciones más extraordinarias en América Latina a cargo del Banco de México y Fonatur— ha perdido 77% de sus selvas, 64% de dunas costeras y 68% de manglares en los últimos 45 años, según la investigación de Christine Mc Coy, doctora en Desarrollo Económico y Sectorial.
La extensión original de las playas de Cancún ha bajado 97% —de 308 mil 892.34 metros cuadrados a 8 mil 243.03—, no sólo por el golpe de huracanes, sino por la construcción de más de 100 hoteles sobre la duna costera y el relleno de manglares.
Aunque en el pasado no había información contundente sobre las consecuencias de edificar cerca del mar —excepto por la experiencia de Miami—, el saberlo tampoco detuvo a inversionistas, ni los ha inhibido para no rebasar los topes de construcción marcados en el Programa de Desarrollo Urbano de Cancún.
Hace dos semanas, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) clausuró las ampliaciones del hotel Me by Melia por desarrollar obras que afectan la duna costera y por no tener permisos exhibidos.
Según el Grupo Ecologista del Mayab (Gema), alterar instrumentos de planeación ha permitido autorizar el desarrollo de proyectos impensables en zonas de alta fragilidad, como en el caso del hotel Riviera Cancún.
Los inversionistas, señala la presidenta de Gema, Aracely Domínguez, han encontrado la manera de negociar o corromper a la autoridad municipal, a fin de modificar —en cabildo— las claves de uso de suelo dentro de los instrumentos de planeación y obtener, del gobierno federal, autorizaciones de impacto ambiental.
El 18 de diciembre de 2015, mientras el titular de la Semarnat, Rafael Pacchiano, firmaba en París compromisos en favor de la biodiversidad, el Grupo RIU obtuvo de esa dependencia el permiso de impacto ambiental y cambio de uso de suelo en terrenos forestales para la edificar 565 cuartos y 15 niveles de altura, en Punta Nizuc.