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EME: “Mamma Mía”: Vamos (a llorar) otra vez

IMPULSO/Agencia SUN

Ciudad De México

La secuela de Mamma Mía no tiene una razón de ser, pero la verdad es que no la necesita. Es una de esas películas que morirás por ver o que no pasó por tu mente en ningún momento. Los placeres de “Mamma Mía: Vamos otra vez” son simples y sensuales; es una combinación de color, romance, canciones nostálgicas y mucho amor.

No iba con grandes expectativas, especialmente porque la secuela no contaba con su superestrella original (la fabulosa Meryl Streep), pero salí del cine súper animada y hasta con un nudo en la garganta.

Había disfrutado la primera, a pesar de los clichés, ¿pero qué tanto ABBA era suficiente? En lugar de avergonzarse del género, Mamma Mia lo acepta y lo supera. No es un filme clásico o un musical profundo, pero está bien; es igual de entretenido y sentimental.

La película es nostálgica. Y temo spoilearles algo que la mayoría ya suponía, pero que nadie había confirmado. En esta secuela, Donna, el personaje de Meryl Streep ha muerto, y su hija Sophie (Amanda Seyfried) trabaja duro en honrar su legado abriendo un hermoso hotel en la isla griega que es su hogar. Está peleando con su esposo, Sky (Dominic Cooper) y sólo tiene a uno de sus 3 padres para consolarla (Pierce Brosnan, Colin Firth y Stellan Skarsgard).

Pero a pesar de la nostalgia, no es una película triste. Las amigas de Donna están de vuelta (Julie Walters y Christine Baranski), junto con las mejores rolas del grupo sueco, ABBA.

“Mamma Mía: Vamos otra vez” funciona como secuela y precuela, pues también nos cuenta la historia de cómo Donna conoció a los 3 padres de Sophie en sus veintitantos (Lily James) y su llegada a la isla de Grecia, Kalokairi.

Y luego, por supuesto, está Cher, haciendo una aparición especial como la abuela de Sophie… y cantando con ese vocerrón que no desaparece con los años. Cher es tan sólo 3 años más grande que Meryl Streep, pero ambas son unas divas de tal calibre, que tiene sentido que sean parientes (en nuestras mentes).

El filme encuentra significado en los momentos emotivos entre familia, pues se enfoca en la pérdida y la celebración de la vida, el duelo y la apreciación de los recuerdos. Es una de esas películas que te harán buscar o llamar a tu mamá. De hecho, te recomiendo irla a ver con ella, pues posiblemente terminen llorando juntas. En lo personal creo que necesitábamos algo así en los cines; algo que está tan empapado en la melancolía del pasado, como en la asombrosa e imposible inmediatez del presente.

Te aseguro que vas a terminar cantando “Dancing Queen” porque, además de estar cargada de mucha nostalgia, también es un filme divertido y ligero.

Es, en conclusión, una cálida celebración a la pérdida, el amor y la vida. Pero, por supuesto, acompañada con excelentes canciones, personajes entrañables y actores maravillosos.

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