IMPULSO/Gonzalo Vaca
Cuando se supo que el gobierno de México decretaba la desaparición del Programa Prospera, por ser un esquema clientelar, muchos fueron los que nos pronunciamos en contra, pero al final del día la decisión tenía cierta lógica, porque se trataba de reorientar los recursos a las Becas Benito Juárez. No era lo ideal poner fin a un programa clientelar, para redirigir los recursos a otro programa igualmente clientelar, pero a pesar de lo discutible, la intención sana apoyaba a jóvenes mexicanos, potencialmente vulnerables.
No fue lo ideal, pero era entendible, al menos. Lo que ahora no se entiende es el anuncio del gobierno para invertirá 100 millones de dólares en Centroamérica; ese dinero bien podría utilizarse en resolver los problemas de México, que no son pocos.
Como parte de este apoyo, los hermanos salvadoreños, recibirán 30 millones de dólares, información que fue confirmada por el presidente de ese país, Nayib Bukele, quien tuiteó: Este día, nuestro país recibió del Gobierno de @lopezobrador_ y del pueblo mexicano, una cooperación de 30 millones de dólares, para llevar empleo y oportunidades a nuestras zonas rurales y reducir la migración, de la manera correcta.
El autodenominado Presidente más guapo y cool del mundo mundial, como se define en su perfil de twitter y en el que tiene registro de 939 mil seguidores, lo que representa apenas el 15 por ciento del total de la población del país centroamericano, cuya población suma 6.5 millones de habitantes, lanzó fanfarronadas al aire.
El anuncio de la 4T generó inconformidad, sobre todo cuando el 36,6 por ciento de la población mexicana se debate entre la disyuntiva de ser parte de los ejércitos de pobres o del grueso social de la vulnerabilidad extrema.
Según reportes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la Unión Europea y las Comisión Económica para América Latina y el Caribe, presentados el pasado mes de abril en Argentina, el soporte de la clase media en México es endeble, toda vez que el 40 por ciento se encuentra en riesgo de pobreza y una cuarta parte ya vive con menos de 5 dólares al día, alrededor de 100 pesos.
En México, los indicadores reflejan un claro deterioro, tal y como lo señala el reporte Perspectiva Económica Latinoamericana 2019. Éste, suscribe que la pobreza alcanza a 33.6 por ciento de la población y 42.8 por ciento se encuentra en condición de vulnerabilidad, lo que implica que siete de cada 10 mexicanos estarían a un escalón de la pobreza y pobreza extrema.
El documento también reporta que en el último año el no tener dinero suficiente para comida afectó a 4 de cada 10 personas en México. Dichas condiciones se inscriben en un país con las brechas de desigualdad regional más pronunciadas en el continente.
Ante este panorama, no se entiende que literalmente “regalemos el dinero” que a los mexicanos nos hace falta. En México hay suficientes problemas como para andar invirtiendo millones de dólares en otros países. Aquí no hubo consulta, ni siquiera las clásica de “mano alzada”, aquí se decidió “por las pistolas de AMLO” y sin un verdadero fundamento legal.
Preocupante la omnipotencia del mandatario mexicano y preocupante la frivolidad del centroamericano. Ambos, ponen en riesgo la legalidad y hasta podrían llegar a los tribunales internacionales, por la discrecionalidad del uso de esos recursos públicos que se supone serán tomados del hasta ahora incógnito Fondo Yucatán y del cual se sabe mantiene una bolsa discrecional de poco más de dos mil millones de pesos.
Las comunidades rurales del sur y sureste mexicanos, necesitan también de inversión. La pregunta inocente: ¿Por qué no se invierten esos millones de dólares en Chiapas u Oaxaca, en donde los índices de pobreza son vergonzosos y el centralismo los ha tenido abandonados por generaciones enteras?
Los pueblos indígenas y las comunidades rurales de México, necesitan más ese dinero en proyectos productivos, en infraestructura básica, escuelas, hospitales, vivienda. ¿Por qué no pensar primero en México y después en el extranjero?
A más de uno puede exasperar este arrebato de poder absoluto del gobernante que una semana pone fin a un proyecto de infraestructura en el norte del país y a la otra semana anuncia felizmente su bondad para ayudar a resolver los problemas ajenos. AMLO se convierte, al menos por ahora, en el salvador de El Salvador. Qué bueno que allá le aplaudan, mientras que en México crece el repudio.
Es preocupante que por falta de recursos, desapareciera el componente Salud de PROSPERA y mandara a la calle al menos a mil 300 trabajadores, desde médicos, enfermeras, odontólogos, nutriólogos y psicólogos, que otorgaban asistencia a mujeres embarazadas, desarrollo psicomotriz en niños y que atendían los centros de rehabilitación infantil. México sumiso, con dirigentes pueriles. Vaya pelmazos que nos gobiernan. ¡Cuidado México!