IMPULSO/Enrique Berruga Filloy
Si todo transcurre con normalidad, a partir del lunes o martes próximos el ganador de las elecciones en México comenzará a recibir las felicitaciones de presidentes y primeros ministros de todo el mundo. Algunos pedirán una llamada telefónica, otros mandarán un mensaje confidencial a través de sus embajadas, habrá comunicados públicos y hasta invitaciones para visitar sus países antes de la toma de posesión.
El equipo internacional del candidato ganador tendrá que tomar nota puntual del tono de cada mensaje, el nivel político con que se enviaron y la celeridad con que han transmitido sus parabienes. Desde ese mismo instante comenzará a delinearse el tipo de relación que cada país espera desarrollar con el nuevo gobierno de México.
Dentro de las decenas de felicitaciones que llegarán al triunfador de nuestros comicios, habrá que estar especialmente atentos al que provenga de la Casa Blanca. Fiel a su costumbre, es altamente probable que Donald Trump envié sus primeras señales por medio de Twitter. Independientemente de quien gane, nuestros candidatos deben estar preparados para responder a mensajes como estos:
“Felicito al ganador de las elecciones mexicanas. Espero que el nuevo presidente valore suficientemente sus relaciones con Estados Unidos y, ahora sí, esté dispuesto a pagar por el muro fronterizo”. O bien: “Mi primer mensaje al futuro presidente de México es que acepte las condiciones que ha planteado Estados Unidos para renovar el TLCAN o que se atenga a la desaparición del Tratado”.
Tampoco podría descartarse que desde el día uno, el mandatario norteamericano exija que México detenga a los migrantes centroamericanos o que reclame nuevos compromisos para contener el flujo de drogas. Espero estar equivocado. Sería deseable que Trump planteara un nuevo entendimiento binacional, negociaciones amplias y una visión compartida del futuro entre los dos vecinos. Pero, en vista de sus propias necesidades electorales y la actitud que ha mostrado hacia México desde que era candidato presidencial, dudo mucho que sus primeros mensajes a nuestro nuevo presidente sean alentadores.
¿Cómo debe responder el próximo presidente de México? Esta es una primera tarea, altamente delicada para el vencedor y sus equipos de asesores. Convendría ir pensando en los posibles escenarios y las respuestas desde ya. La contestación que se ofrezca fijará el tono de las relaciones bilaterales por los próximos dos a seis años, dependiendo de que Trump logre reelegirse o no.
Dada la importancia internacional de México, las congratulaciones del mundo llegan cada sexenio. Las felicitaciones que son menos frecuentes son las de los candidatos derrotados dentro de nuestro mismo país. Son contados los casos, como sucede en democracias más maduras, en que los contendientes mexicanos se comunican con el vencedor y le desean que realice un buen gobierno.
La concordia y la estabilidad nacional requieren de estas señales de parte de los candidatos derrotados. Y al igual que hay que responderle con mucho tino a Trump y a otros mandatarios clave, también vendría bien que el ganador les responda con altura democrática a quienes fueron sus rivales en la contienda.