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El Observador

IMPULSO/ Samuel García/Arena Pública
Tasas al alza a pesar de la revaluación del peso

Si está buscando cuidar sus ahorros de la inflación sin coquetear con mayores riesgos, una recomendación es invertir a corto plazo, y es que las tasas de interés continuarán su camino ascendente en las próximas semanas abriendo oportunidades para que los ahorradores tomen graduales rendimientos al alza.

La Reserva Federal estadounidense (FED) anuncie un alza de 25 puntos porcentuales en su tasa de referencia para llevar el rango de la tasa de fondos federales a entre 1.00% y 1.25%, que sería un escalón más en este año. Los ‘analists’ ven como altamente probable que, para septiembre o diciembre, el Comité de Mercado Abierto de la FED vuelva a darnos la noticia de una nueva alza en su tasa de referencia.

El esperado incremento de tasas por parte de la FED fortalece la posibilidad de que el Banco de México anuncie un nuevo incremento de 25 puntos base en su tasa objetivo para el próximo jueves 22 de junio, para colocarla en 7% por primera vez en los últimos ocho años (desde marzo de 2009).

Claro que el anuncio de la FED será un elemento más para que la Junta de Gobierno del banco central se decida a elevar nuevamente la tasa objetivo después de que la incrementó en 25 puntos base a mediados de mayo. Pero incluso en el excepcional caso de que la Reserva Federal estadounidense no incremente la tasa de referencia, el Banco de México tiene elementos suficientes como para decidirse por una nueva alza en su tasa objetivo.

Así lo dejó ver en su más reciente informe trimestral sobre la inflación publicado el pasado 31 de mayo, en la que destaca el deterioro en el balance de los riesgos para la inflación y en el que dejó en claro que los incrementos que decidió en los últimos meses sobre la tasa objetivo fueron relevantes para evitar contagios al proceso de formación de precios y para anclar las expectativas de inflación.

Lo anterior se puede interpretar como que los miembros de la Junta de Gobierno del banco central están convencidos de seguir aplicando una política de restricción monetaria hacia delante, incrementando la tasa de interés con el propósito de contener las expectativas inflacionarias.

No es para menos. La inflación de mayo a tasa anual fue de 6.16%, la más alta en ocho años, mientras que la llamada inflación no subyacente –que resulta de la variación en los precios de los productos agropecuarios y energéticos, principalmente, que son altamente volátiles- fue de 10.60% a tasa anual.

Esta tendencia alcista de los precios que el propio banco central presume continuará en los próximos meses, es razón suficiente para que la Junta de Gobierno se decante por seguir incrementando la tasa a un ritmo que probablemente le lleve a cerrar el año en un rango de 7.50% – 8.00%, dependiendo de las expectativas inflacionarias de los agentes económicos, de la incertidumbre en la economía derivada de un cambio en la política fiscal de Estados Unidos, de la evolución de los precios agropecuarios y energéticos, y del rumbo del tipo de cambio.

Un factor relevante de corto plazo para las decisiones sobre la tasa de interés es, precisamente, la evolución del tipo de cambio cuando hemos observado recientemente una importante revaluación del peso frente al dólar.

Algunos analistas se inclinan a pensar que la revaluación del peso de los últimos días podría inhibir el alza de la tasa de referencia por parte del Banco de México la próxima semana, en la medida en que un dólar más débil contrarresta las presiones alcistas que enfrentan algunos precios relevantes en la economía como las gasolinas.

Sin embargo tengo la impresión, por el tono de los documentos recientes, que la Junta de Gobierno está más preocupada porque se desborden las expectativas inflacionarias, que por los efectos transitorios de un dólar debilitado en la coyuntura. Una postura que se refuerza con un crecimiento esperado de la actividad económica menos pesimista que el que se tenía a principios de año.