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El observador

IMPULSO/ Samuel García/Arena Pública
El México de los burócratas… y los otros

En 2017, las condiciones laborales empeorarán en México con una inflación estimada de 4%, según la más reciente encuesta de Banamex, y una menor creación de empleos formales por la desaceleración de la economía, de acuerdo a la última encuesta que realizó el Banco de México; es de esperar salarios reales negativos para la mayoría de los trabajadores.

Así que el escenario de menor creación de empleos y de menores salarios reales es altamente probable para el próximo año, por lo menos para los casi 47 millones de mexicanos que tienen alguna ocupación, formal o informal, en el sector privado.

Sin embargo, la realidad será un tanto distinta para los casi 5.4 millones de mexicanos que laboran en el sector público, según los datos que publicó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Es decir, en 2017, se ampliará aún más la brecha entre las mayorías que laboran en el sector privado y aquellos que lo hacen en el sector público, llámese Gobierno federal, gobiernos locales, empresas u organismos públicos. Si ya laborar en el sector público era una ventaja frente a la mayoría de los mexicanos, ahora, es un privilegio.

En 2014, las remuneraciones mensuales de los trabajadores del sector público promediaron casi 28 mil pesos, más del triple de lo que percibía en promedio un trabajador formal del sector privado, según dio a conocer ArenaPublica.com en una nota fechada el primero de octubre de 2015 con información de INEGI y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Hace dos años, un burócrata percibía en promedio 27 mil 964 pesos al mes en cifras corrientes, frente a los ocho mil 427 pesos que reportó el IMSS como salario base promedio de cotización mensual de los trabajadores afiliados a diciembre de 2014.

Más allá de las distorsiones que pudiera existir en esta última cifra para fines de comparación al no incluir prestaciones económicas, las diferencias de remuneraciones entre los trabajadores de uno y otro ámbito son abismales.

Con las mismas fuentes de información estadística, para 2015, las diferencias se ampliaron con todo y que, en ese año, el Gobierno federal anunció recortes al gasto público que las cifras no validan. La remuneración media mensual en términos corrientes de los trabajadores del sector público creció 5.41%, a 29 mil 478 pesos, mientras que el salario base mensual de cotización de un afiliado al IMSS creció 3.96%, a ocho mil 762 pesos, es decir, la gran brecha entre unos y otros no sólo no se mantuvo, sino que se amplió.

Esta tendencia a privilegiar las remuneraciones de la burocracia no se ha detenido, independientemente del deterioro que han sufrido las finanzas públicas. Claro que en la burocracia del país hay de todo, hay un grupo numeroso de la alta burocracia cuyas percepciones son elevadísimas, incluso en comparación con posiciones similares del sector privado. Pero esto también ocurre en las plazas de menor rango administrativo y de operación en prácticamente todas las dependencias del sector público.

Los altos sueldos, las jugosas prestaciones económicas, sociales, culturales y recreativas, la seguridad social y la estabilidad laboral que ofrecen los gobiernos, los organismos y las empresas públicas hacen que trabajar en la burocracia mexicana se haya convertido en una aspiración para millones de mexicanos. ¿Y cómo no?, en 2016, la tendencia continuó y, para 2017, la brecha entre los burócratas y los trabajadores del sector privado se ampliará aún más, según los datos del Presupuesto de Egresos de la Federación que aprobaron los diputados para el próximo año.

Mientras que los cerca de 47 millones de mexicanos ocupados en alguna actividad formal o informal verán reducido el poder adquisitivo de sus ingresos por la alta inflación y por un mercado laboral con mayor oferta de trabajadores disponibles, muchos de los burócratas no sufrirán con la misma fuerza ese efecto en sus bolsillos por tres razones:

La primera es que el tan mentado recorte al gasto corriente no se ha dado, ni parece que se dará en un año cargado de elecciones como 2017, por lo que difícilmente veremos una reducción en el número de burócratas.

La segunda, porque la mayoría de los trabajadores del sector público (particularmente empresas, organismos públicos y poderes autónomos) están sindicalizados y gozan de contratos y convenios con los gobiernos federal y locales, políticamente protegidos.

Y la tercera porque, en muchos de estos convenios o contratos entre sindicatos y gobiernos o poderes autónomos, las prestaciones están referidas al salario mínimo que entre enero de 2016 y enero de 2017 habrá aumentado 9.6% al pasar de 73.04 a 80.04 pesos diarios.

Nunca como en 2017, ‘el México de los burócratas’ se habrá distanciado tanto en sus remuneraciones y privilegios del ‘México de los otros’.

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