IMPULSO/Rogelio Ramírez de la O
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Desde que México es una economía súper abierta al mundo, pues exporta 37% de su producto (contra 12% de Estados Unidos), también está sobre expuesta a los riesgos externos, casi siempre más que a los internos para generar recesiones. Aunque también hay otras causadas por riesgos internos.
Entre las recesiones por riesgos externos recientes, están la recesión estadounidense de 2001 así como la crisis financiera global de 2008. Entre las recesiones por riesgos internos, está la crisis cambiaria al concluir la presidencia de Carlos Salinas de Gortari.
Hoy los movimientos en los mercados financieros sugieren que se aproxima una recesión, aunque los riesgos varían según los autores. El mayor es, sin embargo, el alto nivel de deuda global, de 218% del PIB mundial.
También el alto endeudamiento fue el principal riesgo en la crisis de 2008. La salida de esta crisis tomó años, pero requirió aumentar aun más la deuda. Esta “solución” consistió en que la deuda ahora fue otorgada por los bancos centrales de los países avanzados y no por los mercados. Los bancos centrales desplomaron así sus tasas de interés y con eso mantuvieron a la economía global a salvo, pero no se logró reducir la deuda.
Sin embargo, con las tasas muy bajas, se crearon grandes oportunidades empresariales y especulativas utilizando deuda barata. Así se inflaron los precios de bienes raíces en las ciudades más atractivas del mundo, como también los precios de las acciones y de los bonos.
Esa deuda está hoy en los balances de muchas empresas y gobiernos y su riesgo aumenta porque el largo ciclo de tasas de interés muy bajas está concluyendo. La reciente volatilidad de precios de muchos instrumentos financieros en el mundo ha sido una advertencia a los inversionistas para que comiencen a liquidar los instrumentos de mayor riesgo. Incluso las acciones de las grandes empresas tecnológicas han sufrido caídas, aunque luego se han recuperado parcialmente.
Si la deuda alta es un riesgo, uno mayor es que ahora se combina con el aumento del interés. Esto ya causa problema de falta de pago con muchos deudores, porque su acceso a crédito fresco también se está cerrando.
Al punto que hoy se habla de escasez de dólares, aunque el problema es que el dólar es una divisa más cara para casi todos los países, el crédito cuesta más, y hay mayor temor al riesgo por parte de quienes tienen los dólares.
Como grupo, los llamados mercados emergentes florecieron en la década de tasas de interés muy bajas y a veces las aprovecharon. Hoy esos mercados son vistos como los de mayor riesgo. Lo que tienen que pagar sus gobiernos y sus empresas para renovar líneas de crédito u obtener nuevos créditos, es más que hace dos años y el costo seguirá aumentando.
En parte ligado con este riesgo, en China las empresas tienen grandes deudas en dólares. Al mismo tiempo, su economía se está desacelerando y los años de crecimiento de su PIB de 9% ya quedaron atrás. Ahora está creciendo 5% o 6%, aunque las cifras oficiales indican un poco más.
Como China no puede darse el lujo de una mayor desaceleración, por la pérdida de empleo y la presión política que eso significa, sus autoridades están aplicando su estrategia clásica de aumentar el crédito por encima de créditos malos. El resultado es que su moneda ha ido perdiendo valor contra el dólar, hasta hora 9% en el año.
Una mayor depreciación de la moneda china exacerba el riesgo global y va a ser difícil de evitar. Su impacto en Asia va a ser muy negativo y eventualmente también en el resto de emergentes, inclusive en México. Nuestro mejor blindaje será el Presupuesto equilibrado.
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