Agosto 15, 2024
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El filósofo de Güémez


IMPULSO/ Ramón Durón Ruíz

Crisis

Hay una historia aleccionadora que parafraseo para usted: “En el pueblo había un hombre modesto que, a pesar de ser mil usos, siempre había vivido en crisis económica, hasta que dio en el clavo, se dedicó a vender hot dogs –perros calientes–.

No tenía radio, ni televisión, ni leía los periódicos, se preocupaba mucho por dar publicidad a su negocio colocando carteles de propaganda por todo el pueblo, también ofrecía su producto en voz alta, atendía con limpieza, esmero y amabilidad a su clientela. Las ventas fueron aumentando cada vez más; compraba el mejor pan y la mejor salchicha. Llegó un momento en que fue necesario comprar un carrito más grande para atender a la creciente clientela. El negocio prosperaba. Sus hot dogs –perros calientes– eran los mejores de la región.

Venciendo su crisis económica inicial, pudo pagar una buena educación a su hijo, quien fue creciendo y fue a estudiar Economía en la mejor universidad del país. Finalmente, su hijo, ya graduado con honores, volvió a casa y notó que su padre continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con él:

— ¿Papá, qué usted no escucha la radio?, ¿usted no ve la televisión? ,¿usted no lee los periódicos?, ¡hay una gran crisis en el mundo!, ¡y la situación en la economía de nuestro país es crítica!, ¡el precio del petróleo está cayendo, el peso se está devaluando frente al dólar, la economía está mal!, ¡estamos en plena crisis! 

Después de escuchar las consideraciones de su hijo, el padre pensó: “mi hijo tiene la razón, pues es Economista, lee periódicos, ve televisión y con miedo a la crisis, el viejo buscó el pan más barato […más malo] y comenzó a comprar la salchicha más barata […la peor] y para economizar dejó de hacer sus carteles de propaganda.

Abatido por la noticia de la crisis, ya no ofrecía su producto en voz alta, ni atendía con entusiasmo a sus clientes. Tomadas todas esas precauciones, las ventas comenzaron a caer y fueron cayendo y cayendo hasta llegar a niveles insoportables. El negocio de perritos calientes del viejo, que antes generaba recursos para que el hijo estudiara Economía, finalmente quebró.

Entonces el padre, muy triste, le dijo al hijo:

— ¡Hijo!, cuánta razón tienes, estamos en medio de una gran crisis y le comentó orgullosamente a sus amigos:

— Bendita la hora en que envié a mi hijo a estudiar Economía, él me avisó de la crisis.

La moraleja es profunda: cada quien construye sus propias crisis1.

El hombre revela de qué está hecho y hasta dónde puede llegar cuando se enfrenta a una crisis, es allí en donde descubre su temple y carácter, donde reconoce de que está hecho; es allí donde aflora la inigualable imaginería personal, los dones y bienes que antes permanecían ocultos.

“Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra crisis: una significa ‘peligro’, la otra ‘oportunidad’. En una crisis toma conciencia del peligro… pero reconoce la oportunidad”.

Crisis y oportunidad son dos lados de la misma moneda de la vida. Es en una etapa de crisis en la que el ser humano pone a prueba su coraje, tenacidad, ahí se conoce a sí mismo y descubre ¿de qué es capaz?, ¿hasta dónde puede llegar?; cuando no se desanima y sigue adelante, aflora el talento, nace el racimo de oportunidades que antes se escondían… ¡llega el cambio!

Toda crisis es una maravillosa oportunidad para enfrentar el miedo al fracaso y redescubrir tus poderes; es una  puerta de acceso al éxito, la prosperidad, la abundancia, la armonía, “Los aviones se levantan con el viento en contra… nunca a favor”.

“En el pueblo había una madre modesta, que a pesar de las crisis económicas, lavando a mano y planchando ajeno, había enviado a su hija a estudiar a la Universidad. Ésta, al recibirse –por ser una alumna distinguida– inmediatamente encuentra trabajo. Al recibir el primer mes de sueldo, le llama a su mamá y le dice: 

— ¡Mamá!, te voy a regalar una lavadora.

— ¿Qué es eso mi’jita –dice sorprendida la madre.

— Sólo tienes que echarle jabón, agua y la ropa sucia y te la lava, ¡ahhh!, también te mandaré una licuadora.

Al día siguiente, la hija vuelve a llamar y le pregunta a su mamá: — ¿Qué tal te va con la lavadora?

— Con la grande, muy bien mi’jita, pero la pequeña… ¡me hizo pedazos mis calzones!”

1.http://www.coachingparaelexito.com/respiro/cuentos_metaforas/uno_construye_sus_propias_crisis.htm

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