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El Filósofo de Güémez

IMPULSO/ Ramón Durón Ruíz (†)
Mejor ser humano
Estamos en pleno adviento, es decir, las cuatro semanas que anteceden a la Navidad, que no es otra cosa que el tiempo de preparación espiritual para la celebración de la llegada del Salvador, de Jesucristo hermano, humano, humilde; tiempo para meditar el sentido de tu vida, espacio para la renovación, época para reflexionar cómo puedes ser mejor como ser humano.
Y para ser mejor como ser humano puedes partir del amor, recordando que es la fuente de la vida, porque tiene la magia de transformar lo ordinario en extraordinario, porque es la experiencia vital que te dice que estas aquí como parte del milagro de la vida no para sobrevivir, sino para vivir cada instante a plenitud, cimentando una vida plena en realizaciones, enamorándote de ti mismo, emancipándote de tus miedos, enriqueciéndote hacia adentro y reconstruyéndote hacia afuera, sanando física y espiritualmente.
Para ser mejor ser humano he trabajado en diez principios para el adviento:
1. Ejercítate día con día para fluir armónicamente con el universo, como fluye el agua del río hacia el mar.
2. Escucha los mensajes que la vida tiene para ti, porque nada te sucede por error, no hay errores, sólo mensajes, aprende a abrir los ojos del alma y los oídos de tu corazón para sentirlos, escucharlos, palparlos, sabiendo que llegan a ti no por casualidad, sino por la ley de la causa y el efecto.
3. Decretar: ¡hoy es el día más maravilloso de mi vida!, porque la vida es lo que tú decides, “es decir, la vida es lo que viene… no lo que pasó”.
4. “Saber que si no eres responsables de la cara que tienes, pero sí lo eres de la cara con la que sales diariamente al mundo” y el buen sentido del humor ilumina tu cara, te da un rostro que amorosamente refleja alegría, y unos ojos en donde anida la sabiduría.
5. Recuerda lo que dicen las abuelas, que estás aquí como parte del milagro de la vida para ser feliz: “Cuando vayan mal las cosas… no vayas con ellas”.
6. Disfruta la vida en el milagro irrepetible del hoy, porque ahí se conjugan: pasado, presente y futuro.
7. Recordar que hacer buenos negocios, tener buena posición política, económica o social es parte de la vida, no la vida misma, la razón de ésta es muy sencilla: se felices HOY… que lo demás llega por añadidura.
8. Diariamente busca estar en paz con el universo, con la vida, con la naturaleza, con la familia, en el trabajo, con DIOS… es decir, trabajar amorosamente en la paz interior para estar en paz contigo mismo.
9. Cada nuevo amanecer, en la medida de lo posible, elude la mediocridad, los seres superfluos, los egos inflados, los seres pequeños por una vida llena de mezquindades, de violencia y desaliento, evitar el odio y el resentimiento, que en tu alma no anide el rencor, porque impide levantar el vuelo, no te afanes en ser dueño permanente de la razón, aprende a escuchar, no sólo con el sentido del oído, sino con los sentidos de la vida… te ayudarán a crecer, a ser mejore.
10. Aprende de todo y de todos, porque estás aquí para aprender, para evolucionar espiritualmente, cuando llegue el éxito recíbelo amorosamente, es producto de toda una vida de esfuerzo, dedicación, empeño y sacrificio, pero cuando llegue el fracaso no lo eludas, que frente a ti está el mejor maestro, escúchalo, tiene muchas lecciones de amor para ti, porque los hombres son como los papalotes: “Sólo nos elevamos contra el viento… nunca a favor de él”.
Hoy, sé más grande que los problemas… ríe y se feliz. En la Agenda 2017 de El Filósofo de Güémez, este viejo campesino busca reírse de sí mismo, reír con la vida y de la vida, como el camino saludable para atraer bienestar al organismo. En la Agenda, –que puedes adquirir en el Tel. 01 (834) 31 4 46 31 o en mi correo– encontrarás anécdotas plenas de sentido común y procurada buena fe rural, con frases llenas de obviedad, como:
“Para ser feliz, lo básico es: tener mala memoria para olvidar agravios y… ¡hacerse pendejo un rato!”
“Ta’ cabrón llegar a viejo… ¡pero ta’ más cabrón no llegar!”
“Hay dos cosas que viajan demasiado aprisa: los años y… ¡lo pendejo!”
Concluyo con mi oración matutina, que es muy simple:
“Padre: ayúdame a encontrar un pendejo… ¡porque luego, luego dan conmigo!”
1John Neal
[email protected]

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