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El comedor de la ciencia en la 4ta. Transformación

IMPULSO/ Gonzalo Vaca

Por ahí del año, 1994 quien esto escribe tuvo la circunstancia de conocer el comedor de funcionarios de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), ubicado entonces por la zona comercial y deportiva de los amplios terrenos federales, adyacentes a los talleres de mantenimiento de Aeroméxico y Mexicana de Aviación, en el oriente de la Ciudad de México.

Para ese joven e incipiente reportero público (si es que vale la expresión para quienes ejercen periodismo desde las oficinas de comunicación social gubernamental) fue todo un suceso. El acceso era exclusivo a los altos mandos y ocasionalmente se abría para los mortales.

La primera vez que logré entrar fue acompañando a la reconocida periodista y ahora senadora de la República Lily Téllez, quien en aquel entonces recientemente incursionaba en la televisión nacional, como conductora, luego de realizar provechosos trabajos como reportera e investigadora social.

El comedor de funcionarios de ASA era de “alto nivel” de cocina, cocineros, meseros y barman, de lo más exclusivo. Cómplices mudos de las comilonas que iniciaban a partir de las 13 o 14 horas y concluían ya entrada la tarde-noche, por ahí de las 23-24 horas. Diez horas de aperitivos, cortes, postres, cafés y otra vez, aperitivos, antojos y más caprichos del estómago exigente de los comensales asiduos.

Años después, para ser exactos a mediados de 1998, conocí el comedor de funcionarios de Comisión Federal de Electricidad, ubicado en los últimos pisos del edificio de esa dependencia pública sobre Rio Lerma, en la colonia Cuauhtémoc. Al Igual que el de ASA, con chef, meseros y menú especial diferente para cada día. Postres y pescados, cortes calidad Angus, aperitivos y tragos. Café, helados y té.

Igualmente exclusivo, pero menos elegante que el de Aeropuertos, el comedor de funcionarios de CFE, se utilizaba también para atender reuniones prolongadas y encuentros de los principales directivos con algunos columnistas y directores de periódicos.

Traigo estas infidencias al momento presente, porque me acabo de enterar que aún persisten este tipo de comedores para funcionarios y prueba de ello es la filtración del menú que fue licitado y contratado, desde abril de este año 2019, por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Parecía que ese tipo de prácticas eran parte de la mafia del poder y de la opulencia del pasado, pero ¡oh sorpresa! todo sigue igual o peor que antes.

La convocatoria puede consultarse en el sistema Compranet y es completamente normativa y apegada a la Ley de Adquisiciones Arrendamientos y Servicios para el Sector Público (LAASSP) vigente, por lo que no se prejuzga delito alguno, pero sí la falsedad de quienes llegan como redentores al poder y hacen uso de las lenguas viperinas para denostar al oponente, para enlodar aún más al enemigo derrotado en las urnas, con el discurso de que “somos diferentes” y acabaremos con los despojos a los desprotegidos, porque Primero los Pobres.

Pareciera ser una nimiedad, un tema menor, pero no lo es. Y es que en pleno discurso de austeridad, en la que se recortan hasta el número de sábanas  para hospitales públicos o se despide a médicos residentes o se dejan de pagar las becas a jóvenes investigadores y se suspenden proyectos, como olimpiadas de conocimiento, talleres y otras actividades relevantes para el presente y futuro de México, la trivialidad de darle prioridad a la existencia de un comedor de funcionarios, por encima de un proyecto de investigación, no hace más que mover a la indignación como sociedad.

Podrán ser pocos o muchos los millones que se van a comer, durante el año 2019, los ejecutivos del Conacyt, pero seguramente habrá otras prioridades antes que comprar salmón, ensaladas con productos orgánicos, filetes frescos, pan de centeno y hasta productos “sin gluten”.

La política de “la tijera” no alcanzó a estos privilegiados y sí –desafortunadamente- al Programa de Actividades Científicas, Tecnológicas y de Innovación, por ejemplo, que fue suspendido para este año, 2019, “por falta de recursos”. Para la ciencia, no hay recursos, para las comilonas gourmet sí.

¿Quién decide las prioridades en este gobierno? ¿Cómo porqué debemos pagar exquisitos platillos a los servidores públicos y dejar sin becas a cientos de jóvenes estudiantes y emprendedores que son el futuro de México? ¿Éste es el cambio prometido? Lo único bueno del comedor del Conacyt es que dispone de un nutriólogo de tiempo completo que cuida la salud de los funcionarios. ¡No vaya a ser que se les suba el colesterol o… la bilirrubina! Como decía ese otro tabasqueño igualmente simpático, llamado Chico-Che.