Por Ana Chávez.
A escasos 3 kilómetros del centro de Toluca en dirección norte, se encuentra la zona arqueológica del Cerro del Toloche. En este paraje inmerso en la mancha urbana, fue posible apreciar el revoloteo de los colibríes como uno de los espectáculos más bellos de la naturaleza.
Enigmáticos por sus características anatómicas y biológicas, y por el misticismo que les rodea, los colibríes son una especie atractiva para los científicos y deslumbrante para los artistas. La construcción de leyendas y poesía en torno a esta pequeña ave de no más de 10 centímetros de altura, la convierten en un fascínate objeto de estudio y admiración para biólogos, historiadores, antropólogos e incluso poetas y literatos.
Fotos: Pepe González.
El colibrí es una especie nativa de América, donde habitan cerca de 330 especies, de la cuales, México cuenta con 58 de ellas, y aunque su existencia no se encuentra en riesgo, si hay 30 especies clasificadas como en “peligro crítico”, peligro y vulnerable, debido a la modificación de su entorno natural y la caza con fines “esotéricos”.
Algunas singularidades de este animalito son su asombrosa velocidad de revoloteo, la cual puede alcanzar los 55 aleteos por segundo; la capacidad de dirigir sus movimientos en todas direcciones; su visión tetracromática gracias a la cual puede apreciar colores imperceptibles para los humanos.
El colibrí es la única ave polinizadora y su papel en la reproducción de muchas especies de plantas juega un papel muy importante.