IMPULSO/ Francisco Suárez Dávila
El “Barco de la 4T” se enfrenta a la tormenta más peligrosa a 10 meses de zarpar del puerto. Ante el fuerte oleaje, la tripulación se encuentra desorientada y con conflictos de mando y coordinación, los pasajeros atemorizados, presa de incertidumbre. El Capitán todavía conserva la confianza de la tripulación y de la mayoría del pasaje, con frecuentes murmullos soterrados de descontento.
El Capitán se enfrenta a 3 escenarios: encallar contra alguno de varios arrecifes peligrosos; rezar, no hacer nada, encomendarse a Dios o, aprovechar para enderezar el rumbo, tomar decisiones, sustituir mandos incompetentes y trazar una nueva ruta. Hay un consenso de la tripulación y de los pasajeros más ilustrados sobre lo que requiere el barco para sortear el temporal, los arrecifes y llegar a puerto seguro.
1) El arrecife más peligroso es la amenaza más seria a nuestra seguridad nacional en la historia reciente, evidenciado por el “Culiacanazo”. El Estado nacional “falló” ante su mayor enemigo, el crimen organizado, que mostró mejor organización, comunicación y mayor poder de fuego. El Presidente al final tomó la mejor decisión soltando al “Chapito”. El problema fue todo el proceso que condujo a esa situación, el operativo mismo. Todo apunta a que el responsable fue el “Contramaestre” de Seguridad, incompetente, sin la personalidad y la respetabilidad que da la experiencia. ¡Debe renunciar al cargo! El “nuevo” sistema de seguridad evidencia serios problemas de coordinación entre las fuerzas armadas, la guardia nacional, la exPolicía Federal y el sistema (?) de inteligencia. Debe defenderse la dignidad de nuestro gran Ejército, que no se corrige enviándolo a construir aeropuertos. Si no funcionó la “estrategia” anterior, ésta o la falta de ella tampoco. Hay que redefinirla.
2) El otro arrecife peligroso es nuestra “economía estancada”, ¡a riesgo de irse a pique! El “estancamiento estabilizador” de todo el milenio, puede convertirse en “desestabilizador”. La economía tiene un pronóstico para el año de “0”% de crecimiento. Muy abajo de la utopía prometida del 4% y aún de la tasa histórica neoliberal del 2%. No es creíble crecer 2% el año próximo. Adicionalmente a la tormenta nacional en la que estamos “a la deriva”, amenazan los vendavales provenientes de la desaceleración “sincronizada” del exterior. Hemos caído, como el mundo, en la “trampa del estancamiento” del cual es muy difícil salir. ¿Cuáles son los motores que lo pueden lograr, las exportaciones con una economía de E.U. desacelerándose? ¿El consumo?, ya se agotó el impulso del acertado aumento del salario mínimo. El presupuesto, en que Hacienda ha hecho un loable esfuerzo, es creíble contablemente, con lo cual se tranquilizan las calificadoras, pero en realidad no “cuadra”. Va a aguantar las presiones de un gasto en seguridad de 1% del PIB a todas luces insuficiente, debería ser un mínimo de 3%; el gasto en salud peligrosamente insuficiente y, los serios desequilibrios de Pemex. Sobre todo, no se puede crecer sin inversión pública y privada. La pública, que está en sus niveles históricos más bajos y, a la baja, se reduce en este Presupuesto. Todo depende del sector privado que ha ofrecido $30 ó $40 mil millones de dólares(?). Esto se puede dar sólo si se mantiene la confianza, amenazada por violaciones al Estado de derecho y el terrorismo fiscal. Algo se dará por proyectos en curso y por los empresarios cercanos al poder. La ruta equivocada es ignorar los “faros” de alerta de las finanzas públicas: déficit, deuda y romper todas las “alcancías”. Las calificadoras nos arrojarían al arrecife de una crisis financiera que nos haría naufragar, ¡con la nave del FMI al rescate! La casi única buena ruta es una reforma fiscal pactada con el sector privado, definiendo qué velas desplegar y cuáles recoger. ¡Sin estos recursos, la “4T” se hunde! ¡No aguantamos una tormenta que dure hasta el 2022!
Twitter: @suarezdavila