Diciembre 24, 2024
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IMPULSO/ Ernesto Hernández
Un spoiler cualquiera

Nuevamente estamos presenciando historia, y me parece que, a menos que suceda algo extraordinario, LeBron James, junto con sus Cavaliers de Cleveland, llegará a su séptima final consecutiva, mientras que los Warriors de Golden State y los anteriores se enfrentarán por tercera ocasión seguida. Ambos esperan a sus respectivos rivales para la serie definitoria de conferencias después de despachar a sus contrincantes con ocho victorias consecutivas.

No dudo que todos esos rivales son inferiores, pero no eran tampoco conjuntos que pudieran ser “barridos” tan fácilmente (por ejemplo, el Jazz de Utah fue en temporada regular uno de los equipos con mejor defensa).

Asimismo, considero que la ausencia de Steve Kerr, entrenador de los de Oakland, no será un factor que pudiera afectar las aspiraciones de este super-combo de equipo. Por si no fuera suficiente un tridente con figuras de artillería megapesada conformado por Durant-Thompson-Curry, el señor Draymond Green también está jugando a niveles astronómicos. Para no variar, su banca –que muchos apostábamos sería su talón de Aquiles- está a la altura de cualquier “team” que se precie de participar en ‘play-offs’.

Con Mike Brown en los controles, tienen alguien con experiencia en estas instancias y con las cartas credenciales suficientes para cumplir de manera cabal con el importante compromiso que tienen encima. Por otra parte, estoy seguro de que somos testigos del mejor momento del “King” James.

Al margen de números y estadísticas, es evidente que el nacido en Akron, Ohio, hace 32 años, se encuentra en un estatus de paranormal.

La amalgama de inteligencia y madurez en la duela, junto con máxima potencia física, está debidamente conjugada. Manejo de las cinco posiciones, dominio tanto de costado ofensivo como defensivo, líder del equipo y bujía fundamental en momentos de cierre o cruciales.
Sólo le falta (y no dudemos que por espacios lo asuma) dirigir a los suyos desde el banquillo. En palabras del castellano ibérico, “menuda final que vamos a tener”. Una de las mejores de los últimos tiempos.

No cabe la menor duda que me estoy adelantando demasiado y, por consiguiente, arriesgando mi imparcialidad, pero tengo razones de peso para afirmar lo que asenté. El día de hoy, se enfrentan en el sexto de la serie los Rockets de Houston vs los Spurs de San Antonio, con estos últimos liderando tres a dos.

Encuentro ligeramente favoritos a los pupilos de Greg Popovich, pero aunque lograran pasar por encima de los herederos de las glorias de Olajuwon, y siendo un grandísimo equipo, no los observo tan dominantes como antes. Tony Parker es una ausencia que tarde o temprano pagará factura a pesar de los valiosos esfuerzos de “Patty” Mills. Kawhi Leonard es probable que regrese después de ausentarse al final del juego cinco por un resentimiento en el tobillo, pero estará bajo escrutinio por lo mismo.

LaMarcus Aldridge carece del poder “clutch” del ya legendario Duncan y, respecto a los siempre geniales y demasiado inteligentes Pau Gasol y Manu Ginóbili, temo que la veteranía los pudiera alcanzar. Por su parte, esta versión de Houston, a pesar de que no soy partidiario del sistema de juego de Mike DÁntoni ni de la actitud de James Harden (que se ha vuelto más peligroso como movedor), me ha generado una agradable sorpresa, en especial por el intercambio de balón para armar ofensivas y convertir a Ryan Anderson y Trevor Ariza, entre otros temibles en el ataque de larga distancia. Unos Rockets mucho mejores que los últimos cinco años. Aún así, junto con la salida de Nené Hilàrio por lesión, presiento que les falta ese pequeño ingrediente que les brinde la pasta de campeones.

Del otro lado, los Celtics de Boston serán grandes protagonistas en un período a corto plazo. Wizards de Washington es un conjunto bien entrenado que cuenta con un espectacular John Wall. Empero, en este tiempo circunstancia, no son ni remotamente rival para el multicitado LeBron.

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