IMPULSO/ Agencia SUN
WASHINGTON, EU.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, decidió este miércoles acallar los rumores y dudas relacionados con los conflictos de interés y anunció, con uno de sus habituales torrentes de tuits, que a partir de la toma de posesión, el próximo mes de enero, dejará “de forma completa” su “gran negocio” para poder concentrarse en exclusiva a la presidencia.
Tal y como el mismo magnate recordó, no hay ninguna ley que le obligue a deshacerse de sus propiedades y empresas, pero consideró, desde las alturas de la Torre Trump de Nueva York, que es “visualmente importante” demostrar que la presidencia será su única preocupación.
“Ya se están redactando los documentos legales que me sacarán de forma completa de las operaciones empresariales. ¡La presidencia es una tarea muy importante!”, escribió en su cuenta de Twitter.
En la entrevista que tuvo hace unos días con el diario “The New York Times”, Trump dejó entrever la opción de apartarse de sus empresas, a pesar de que —dijo— “como presidente no se pueden tener conflictos de interés”.
Sin embargo, las dudas sobre este tema no se han logrado disipar, e incluso se mantiene la posibilidad de que exista un conflicto de interés en función de la resolución que tome.
Las opciones a las que se enfrentan no son muchas. Podría ceder el liderazgo del conglomerado empresarial a uno de sus hijos —la favorita podría ser Ivanka—, o dejar que sean ellos los que gestionen sus activos e intereses.
Estas dos opciones generan interrogantes en los expertos: el vínculo de Trump con su empresa seguiría vigente, y más conociendo el impacto de los vástagos del presidente electo en sus decisiones políticas.
Si Trump se empeña en mantener acciones a su nombre en la empresa, las relaciones que puedan tener con otras compañías y gobiernos extranjeros generaría conflicto de interés.
En ese caso correría el riesgo de violar un apartado de la Constitución, la denominada Cláusula de Emolumentos, en la que se especifica que “ninguna persona que ocupe un cargo podrá, sin el consentimiento del Congreso, aceptar regalos, emolumentos o títulos de cualquier tipo de ningún rey, príncipe o estado extranjero”.
En la citada charla con el “The New York Times”, Trump declaró que no entraba en sus planes vender su imperio, ya que se trata de un negocio mayoritariamente inmobiliario repartido por todo el mundo.
De acuerdo con expertos, solamente la venta total de todas las acciones y activos acabaría con las dudas, una incógnita que se espera que Trump aclarará el próximo 15 de diciembre, en la primera conferencia de prensa que dará como presidente electo —junto con sus hijos— tras la victoria electoral.