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Diego Rivera, el muralista revolucionario

IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Diego Rivera fue uno de los muralistas mexicanos más importantes del siglo XX y un prodigio de la pintura y el dibujo. A la corta edad de 10 años entró a la Academia de San Carlos, donde fue discípulo del paisajista José María Velasco.
De ideología comunista y famoso por plasmar obras de alto contenido social en edificios públicos, Diego Rivera fue creador de diversos murales en distintos puntos del centro histórico de la Ciudad de México, así como en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, y en otras ciudades mexicanas como Cuernavaca y Acapulco, así también algunas otras del extranjero como San Francisco, Detroit y Nueva York.
La carrera de Diego Rivera fue tan larga como vasta. El muralista pintó casi hasta sus últimos días. Sólo en el Museo mexicano Dolores Olmedo Patiño se exponen 50 de sus obras.
El resto del legado de Diego Rivera se encuentra en los museos Frida Kahlo y Diego Rivera, en el Museo de Anahuacalli, en museos en Europa y en colecciones privadas.
Diego Rivera nació el 8 de diciembre de 1886, es decir, hace exactamente 132 años. Para conmemorarlo repasamos cinco de sus pinturas más famosas
El niño del taco, 1932
Es uno de las imágenes que Rivera rescató de sus murales y trabajó para pequeño formato con la técnica de litografía. En él aparece un niño degustando un taco, alimento típicamente mexicano mientras a sus pies un perro xoloitzcuintle espera ser convidado del manjar. La figura de esta raza de perro, cuyos orígenes se remontan a la época prehispánica, es constante en su trabajo.
Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central
Otro de sus trabajos de gran formato más conocidos lo realizó en 1947 como solicitud del arquitecto Carlos Obregón Santacilia, para decorar el restaurante del Hotel del Prado. Pero fue dañado por el temblor de 1985 y trasladado en 1987 al Museo Mural Diego Rivera, creado precisamente para albergar esta obra, cuya figura central es La Catrina, personaje ideado por el grabador José Guadalupe Posada, que también aparece aquí.
Mural sobre piedras en Acapulco
Diego Rivera no sólo plasmó su obra en paredes. Este mural es un buen ejemplo. Se encuentra en una casa que perteneció a su amiga, la coleccionista Dolores Olmedo, que también lo apoyó como mecenas para difundir y dimensionar la importancia de su arte. En esta pieza se pueden ver influencias claramente prehispánicas así como la presencia del xoloitzcuintle, especie preferida también por Olmedo.
Sus murales en la SEP
Diego Rivera trabajó desde 1922 en el edificio que ocupa la Secretaría de Educación Pública. De acuerdo a la distribución del recinto, pintó los Patios Principal y de Juárez del edificio central. Las escenas que representó van de la Pasión de Cristo -pues el artista consideraba que su mensaje sería mejor asimilado por el pueblo, en razón a su religiosidad- hasta personajes como Cuautémoc o Emiliano Zapata. Destacan los murales El arsenal, donde aparece Frida Kahlo, y Los sabios.
El hombre en el cruce de caminos
El trabajo original fue un encargo del multimillonario estadounidense John D. Rockefeller Jr. que luego mandó a destruir por tener el retrato del líder comunista Vladimir Lenin. Sin embargo, Rivera retomó muchos de los motivos de aquella obra para lograr un mural en el Palacio de Bellas Artes en 1934. La figura central de esta pieza es el obrero. De acuerdo a la página del Museo del Palacio “es un mural de alto contenido político” donde el artista contrapone la ideología capitalista con la comunista.