IMPULSO/Agencia SUN
San Luis Potosí
A lo lejos vio caer a los suyos, entre lágrimas y enojo. El técnico Diego Maradona ahora deberá enseñar a los Dorados cómo levantarse después de tenerlo todo y dejarlo a merced de otros.
Noche complicada para el “Pibe”, quien sobrevivió a todo tipo de emociones desde el lejano palco 72, en el segundo nivel del estadio Alfonso Lastras. Primero, con su accidentada llegada al recinto, porque su autobús golpeó a otro y el miedo de los jugadores y técnico los remitió a que estaban bajo ataque. Pero no, falsa alarma en medio de hostilidad.
Una vez instalado en el palco, su semblante se transformó en la segunda mitad, con las manos en la cara y tratando de esconderse entre la sombra de su gorra.
Impotencia. Quería meterse al campo y resolver como en sus mejores tiempos. En lugar de eso, no le quedó de otra que liberar el enojo con manotazos y responder, después, con el puño cerrado a las burlas de quienes rodeaban su palco.
Controvertido comportamiento al final, porque se encaró con la autoridad, a la que insultó.
