Nelli Sabines/Alumna IBT/Tec de Monterrey, Toluca
Tomar antibióticos es para nosotros casi una cura definitiva para una enfermedad, se los inyectan al ganado incluso en dosis bajas y no adecuadas para evitar que se contagie de alguna bacteria y cause pérdidas millonarias, los tomamos cuando tenemos problemas de salud y se usan incluso para seleccionar bacterias modificadas.
Primero que nada, no todos los antibióticos sirven para todas las bacterias u hongos, y ninguno sirve para combatir los virus, así que, si tienes una gripa, sólo te estás quitando los síntomas y la respuesta, sigues lleno de pequeños invasores celulares. Diferentes antibióticos tienen diferentes “sitios de acción”, es decir, destruyen o bloquean partes distintas de la célula bacteriana o fúngica. Muchos atacan la pared celular o la membrana ponchándola como globo, algunos bloquean de diferente manera su estructura para que no hagan proteínas infecciosas o, en ciertos casos, rompen enlaces en el ADN y las matan.
Algunas bacterias son naturalmente inmunes a estas sustancias por adaptaciones especiales, puesto que viven en ambientes con otras bacterias productoras de antibióticos con las que compiten; otras codifican genes que les permiten sacar el medicamento del sistema, desactivarlo o destruirlo, de ellas, unas cuantas son capaces de pasar esos genes a otras de la misma especie por medio de una estructura especializada para ello.
Sin embargo, esto no sería un problema tan grave si se conservaran estas resistencias estáticas y en una especie, pero, como las bacterias son unos pequeños seres tramposos y adaptables, también algunas pueden recoger pedazos del ADN de bacterias muertas y, en una que otra ocasión, utilizarlo como suyo. Por si fuera poco, también son mucho más susceptibles a mutaciones y se reproducen muy rápido, pudiendo duplicar la población al cabo de 30 minutos. Por lo que en un ambiente lleno de medicamentos llegan a evolucionar y volverse resistentes si hay una mínima carga genética que puede destruir medicamentos de acción similar. Para probar esto, hace poco, la Harvard Medical School creó un video donde coloca una placa de petri gigante (como un plato de gelatina para bacterias) con un medicamento, cuya concentración aumenta hacia el centro y al cabo de dos semanas estaba completamente cubierta de bacterias.
Eso sí, el efecto de un fármaco depende de nosotros, ¿cómo?, ¿perdón?, pues sí, depende de lo que nuestro cuerpo le hace y de la cantidad en sangre. Hay una dosis en la que éstos funcionan óptimamente y cada cierto tiempo la concentración baja porque los vamos procesando. Por eso se administra en presentaciones de x gramos, cada seis, ocho, 12 o 24 horas. Y no, si tomas el doble no va a conseguir un doble efecto, sólo te acercarás más a una dosis que puede resultar en efectos toxicológicos para ti y te sientas peor. Además, si no terminas el medicamento porque “ya te sentías bien”, das tiempo a que pase lo mismo que en el experimento, pero en tu garganta. Y entonces tengas bacterias resistentes y supervivientes que formen un ejército invencible y te sigan enfermando y, de paso, también causes resistencia en los huéspedes bacterianos de tu intestino, que luego pueden comerse otras bacterias si te enfermas del estómago.
Claro, si además de esto fuiste al médico porque te volviste a enfermar o fuiste por cualquier razón a un centro de salud, consultorio u hospital donde abundan los médicos y los antibióticos, quizá dejaste algunas (y te llevarás otras) de esas bacterias resistentes en el ambiente, que al entrar en contacto con otros antibióticos y bacterias resistentes podría tomarse muy a pecho (digamos muy a pili porque no tienen tórax) el dicho de “lo que no te mata te hace más fuerte”. Siendo en los hospitales donde irónicamente se han encontrado más bacterias resistentes, incluso se encontró hace poco una cepa de una bacteria llamada Pseudomonas aeruginosa, resistente a todos los medicamentos utilizados actualmente.
¿Qué debemos hacer entonces para evitar que nos invadan este tipo de bichos?, ¿por qué nadie hace nada al respecto? Pues, en realidad, se están sacando nuevos medicamentos al mercado cada poco tiempo y no únicamente para vendernos más productos caros (aunque probablemente ésa sí es una de las motivaciones de las empresas farmacéuticas), para cambiar la estructura de las moléculas que atacan a las bacterias o encontrar nuevos compuestos que lo hagan. Seguramente, has escuchado de los medicamentos de primera, segunda, tercera y hasta cuarta generación, no son marcas de coche, son productos de diferentes momentos de la creación y uso de fármacos, justo para evitar resistencia, desde aquel momento en que no eran las empresas si no individuos como Fleming y Pasteur, interesados en mejorar la calidad de vida humana.
Claro que los humanitos no laboratorianos farmacéuticos también podemos hacer algo, muy sencillo en realidad, para evitar estos procesos de adquisición de resistencia de las bacterias hasta que descubran nuevas maneras de combatirlas. Tomar nuestros medicamentos en las dosis y tiempos indicados, terminar los tratamientos, no automedicarnos y no tomar medicamento cada vez que nos enfermamos de algo no tan grave, nuestro cuerpo tiene defensas para luchar contra ello.
Por otra parte, el problema ya está allí y, muy sinceramente, ha sido nuestra culpa, por tanto, es nuestra obligación buscar soluciones para remediarlo y educar a la población acerca del uso de antibióticos.