IMPULSO/ Por Raúl Garrido
Actitud
En Inglaterra se reconocen las condiciones de Chicharito, en España se habló mucho de la importancia de Memo Ochoa en un equipo que estaba condenado al descenso, lo mismo que en Francia, cuando militó en el Ajaccio. Los vascos siempre han valorado a Carlos Vela y en Villarreal se reconocía el talento de Jonathan Dos Santos, en México no.
Nosotros los mexicanos no solemos reconocer al otro, quizá sea eso lo que nos tiene en esta situación en todos los aspectos posibles. Tenemos malos gobernantes, pero eso es lo que nos merecemos. Vemos a un compatriota triunfar y lo reventamos. A Chicharito le fue bien en Alemania, jamás lo reconocimos, pero siempre había memes y videos en la red donde se hacía mofa de algún error de Javier.
Para el mexicano común es mejor burlarse que corregir, siempre estamos atentos a los errores y nunca reconocemos los aciertos. Hacemos fiesta de los errores, pero jamás corregimos, ni pensar en hacer fiesta de lo positivo, otro reflejo de la sociedad que tenemos.
Ahora está de moda ver el futbol extranjero, me incluyo entre los apasionados de la Premier League y la Champions, las dos mejores ligas del mundo a nivel clubes, pero poco nos fijamos en el futbol mexicano y cuando lo hacemos sólo es para reventarlo. Sí, la calidad es mala, pero tampoco es un futbol amateur, infumable, como para que lo reventemos en las redes sociales cada semana.
Los directivos tienen que hacer algo para mejorar esta situación, por ejemplo, la Copa Mx. Pese a que es una buena idea, a nadie le importa, empezando por los directivos, técnicos y jugadores. Es una Copa nueva, sin historia y que encima de todo no te ofrece algo relevante, como anteriormente lo hacía: medio boleto para la Copa Libertadores. Además, no estamos hablando de la League Cup de Inglaterra, mucho menos de una FA Cup, sino de una copa que se juega con grupos, a ida y vuelta, misma que se hace pesada y aburrida.
La Liga Mx está entrando en su etapa final y quienes le dan la espalda al futbol mexicano comienzan a voltear por la emoción de la Liguilla. Y es que es cierto, ¿a quién no lo emociona? Ese mal del futbol mexicano que tanto nos gusta, aunque es un premio a la mediocridad, como todo en este país, no importa quién es inteligente o trabajador, sino las palancas, la cara o cuerpo bonito y con lo que se esté dispuesto a hacer con él.
También se acerca el Mundial y, con ello, el olvido de todos los problemas del futbol mexicano, se empezará a reventar menos a los jugadores mexicanos que militan en el extranjero y se les comenzará a apoyar un poco más. Las mofas se reducirán y todos nos “pondremos la verde” en el único sentimiento patriótico que tenemos. Con suerte y en algunas casas, mientras se vea el futbol, se respetará el himno porque pedir que se cante ya es demasiado.
En fin, quizá cambiemos un poquito esa actitud malinchista que tenemos tan arraigada y corriendo por nuestras venas, al final, todo es cuestión de actitud.