Diciembre 22, 2024
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Delincuencia Organizada, una asignatura pendiente

IMPULSO/ Daniel Cabeza De Vaca
Sin sorpresa, pero con mucha preocupación, nos enteramos, gracias al artículo de Inder Bugarín, publicado en EL UNIVERSAL el pasado 28 de septiembre, del reporte sobre Crimen Organizado, África 2019, que contiene una amplia investigación sobre delincuencia organizada internacional, comercio ilícito de drogas y los patrones de consumo en ese continente.

En dicho estudio, México y otros países fuera de África, pero representativos de la problemática, fueron utilizados con fines de evaluación comparativa. Los resultados para México nos dejan mal parados. En general, podemos decir que somos el país con mayor problemática de delincuencia organizada y uno de los que menos la enfrenta y combate a nivel mundial. El estudio al que nos referimos fue elaborado a iniciativa ENACT en asociación con el Instituto de Estudios de Seguridad (ISS), la INTERPOL y la Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional (GI-TOC), financiada por la Unión Europea.
La metodología de análisis que estableció el ENACT, consiste en evaluar el grado de afectación a un país, representado por un índice general de criminalidad integrado por subíndices como el de mercado criminal, actores y de presencia del crimen organizado, y la respuesta del Estado afectado se mide con otro índice de resiliencia. Dichos índices proporcionan una medida multidimensional del fenómeno criminal y su impacto en cada sociedad. El estudio incluye a 65 países y el puntaje mayor, para cada índice y subíndice es 10.
Para evaluar la vulnerabilidad general de un Estado al crimen organizado, el modelo analiza principalmente tres aspectos: la presencia y grado de amenaza de la criminalidad organizada, el impacto negativo, y en general, el riesgo que representa la DO para la sociedad. El otro índice representa la capacidad del Estado, la recomposición ante el problema y voluntad política para responder a las amenazas del crimen organizado.
La evaluación general de los países se efectúa midiendo la relación entre la gravedad del fenómeno y el nivel de respuesta de cada nación; ahí es dónde México obtiene las peores calificaciones, siendo el tercer país con mayor problemática, es de las naciones con más bajo nivel de respuesta en el mundo.
Respecto a la resiliencia, entendida como la capacidad del Estado y sociedad para sobreponerse y enfrentar al crimen organizado, México recibió una calificación de 4.33 puntos. En el índice de criminalidad solo están por encima de México, Colombia y Nigeria, pero en el índice de resiliencia nuestro país está muy por debajo de esas dos naciones, por lo que podemos concluir que es el peor evaluado de todo el análisis. Esos resultados serían peores si adicionáramos una comparación entre los hechos delictivos atribuidos a la criminalidad organizada y las sentencias condenatorias que históricamente han sido conseguidas en esa materia; el promedio sería mucho más bajo.
El informe, confirma lo que hemos sostenido en entregas anteriores y en algunos foros especializados. Debemos tomar consciencia de que la delincuencia organizada es la causante de la ola de violencia que nos golpea y genera la pérdida de muchas vidas, además de la ruptura del tejido social y de las pérdidas económicas. Nos debe quedar claro que crimen organizado no es el narcotráfico ni delincuencia común, tampoco es un problema de salud o adicciones, es un fenómeno socioeconómico de mucho más alcance.
La estrategia para combatirla, además de la creación de la Guardia Nacional y de la Fiscalía General de la República, como lo hemos venido proponiendo, necesariamente debe estar centrada en una persecución jurídica que desarticule financiera y operativamente a los grupos criminales y lleve a los responsables ante el juez, lo que se hace con fiscales, jueces y policías de investigación especializados en el tema. La sola presencia policial o incluso de las fuerzas armadas nunca inhibirá este fenómeno delincuencial. Esto permitiría arribar a las políticas públicas adecuadas y a una política criminal realista y eficaz que, con la participación de la sociedad civil en forma ordenada y comprometida, cerraría los espacios al crimen organizado.