IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad De México
“¡Soy gordo y feo, soy gordo y feo!”, no dejaba de repetir Guillermo del Toro cuando vio por vez primera la figura espigada de “AB Sapien”, su personaje en “Hellboy”.
A su alrededor todos rieron. Él también. Al final de cuentas, el humor y las películas domingueras que la crítica desprecia, lo han mantenido en el mundo del cine.
Así fue cuando en los albores de los noventa, en el interior de un auto en su natal Guadalajara y hablando sobre “Cronos”, que sería su ópera prima, le dijo a quien sería su esposa:
“Teníamos que hipotecar la casa y le dije a mi mujer: vivimos con techo y sin película, o sin techo, pero con película. Y no quería llegar a los 60 años diciendo que podía haberla hecho”.
Ahora a sus 53 años, aquél joven que hacía figuras de plastilina y adornaba con monstruos su casa en Día de Muertos, es uno de los más importantes cineastas del género.
El abrazo que le dio Steven Spielberg, considerado el Midas de Hollywood, al ser derrotado por el tapatío en la pasada entrega del Globo de Oro, no fue gratuito.
En ocasiones anteriores el realizador de “Tiburón” y “Encuentros cercanos del tercer tipo” ha dicho que le gusta su cine.
En la filmografía de Del Toro se encuentran “Mimic”, “Titanes del Pacífico”, “Blade 2” y “Hellboy” para Hollywood, donde en promedio entrega a los estudios cuatro dólares, por cada uno invertido en el rodaje.
En español ha hecho además de “Cronos”, que apenas y duró unos días en cartelera, “El espinazo del diablo” y “El laberinto del fauno”, esperando hacer algo sobre luchadores en un futuro no tan lejano.
“Ya Cuarón (Alfonso, Gravedad) me trae asoleado que para cuándo, claro, él ya hizo ‘Roma’, pero le digo que aún debo tener el guión”, refiere.
Ahora mismo se encuentra en un año sabático como director, que concluiría a fines de 2018.
“El cine lo vale todo”, ha dicho varias veces. Y lo ha demostrado.