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Debate desactualizado

Jesús Reyes Heroles G.G.

El segundo debate presidencial (mayo 20) debe preocupar. El tema general fue “México y el mundo”, con atención especial a la relación México–Estados Unidos, en particular migración y comercio.

Ninguno de los candidatos propuso nada nuevo, lo que refleja que se ha agotado la conceptualización dominante de la relación de México con EU. Como sucede en torno a las elecciones presidenciales, diversos centros de estudio y think tanks han producido documentos para presentar sus puntos de vista, y apoyar el debate político electoral.

En general, dichos documentos han sido reiterativos de la visión dominante desde la administración del presidente Carlos Salinas, cuando se dio el viraje de una actitud defensiva a una proactiva y de búsqueda de beneficios para ambos países.

En lo que corresponde a la relación de México con EU, las exposiciones de los candidatos abrevaron de esa visión dominante, por lo que se quedaron cortas en varios aspectos.

Primero, que la complejidad de la relación con EU requiere de un enfoque integral, aunque explícitamente sólo Anaya lo planteó con la frase “todo sobre la mesa”.

Segundo, que el enfoque de la relación con EU debe partir de reconocer que toda acción de política exterior tiene una contrapartida en los asuntos internos de ambos países; en la literatura esto se denomina una relación “intermestic”.

Por eso, no puede pretenderse, por ejemplo, que en el exterior haya una imagen de México que no se corresponda con la situación real en el país.

Tercero, los cuatro candidatos transmitieron la idea de la centralidad del gobierno, e incluso del Presidente de la República, no sólo en conducir, sino hasta en ejecutar la política bilateral.

Ninguno reconoció que en la compleja relación con EU concurren miles de actores de ambos países y que, por tanto, ellos son los actores primordiales de la relación.

Cuarto, esa concepción equivocada se tradujo en que ninguno de los candidatos convocara a esos otros actores, mexicanos y estadounidenses, a participar activamente en la construcción de la próxima etapa de la relación bilateral.

Quinto, en materia migratoria todas los planteamientos fueron parciales y de corto alcance. Fue positivo que señalaran la necesidad de atender las causas de la migración, por lo que propusieron una alianza para el progreso, llevar gas para desarrollar el sureste mexicano y Centroamérica, y mayor cooperación con Centroamérica.

Estos planteamientos han sido una constante durante, cuando menos, las últimas tres décadas, y nunca se han materializado.

En los hechos, desde hace décadas México ha venido reduciendo su atención y cooperación efectiva con Centroamérica, incluso perdiendo terreno político frente a otros países, en particular Venezuela.

Sexto, esa falta de convicción sobre acciones en el sureste y en Centroamérica hizo que surgieran planteamientos de fondo respecto a la problemática de la numerosa migración de centroamericanos a través del territorio nacional.

Séptimo, no se percibió un enfoque novedoso para la relación entre México y la comunidad de origen mexicano en EU. De hecho, nuestra frontera norte es como una especie de país intermedio, integrado por 56 millones de personas, de ascendencia preponderantemente mexicana (35 millones), que tiene una dinámica económica, política y social propia, que se nutre de los valores y modalidades del resto de la población estadounidense, hibridada con sus raíces latinoamericanas.

Esto puso en evidencia que no tienen claro que desde hace casi dos décadas la relación con ellos no es qué pueden hacer por México, sino qué podemos hacer junto con ellos, en su beneficio.

Su función de “cabilderos” de México terminó con la negociación del TLCAN. Lamentamos no haber podido crear las condiciones adecuadas para su permanencia en México, haber perdido recursos humanos tan valiosos, les deseamos la mayor prosperidad y bienestar, y queremos trabajar con ellos en beneficio de toda su comunidad.

Por último, la frontera con EU requiere acciones coordinadas. En México, todos y nadie es responsable de lo que ahí sucede. Sólo cuando se tuvo el Programa Nacional Fronterizo (Pronaf) en los años sesenta hubo coordinación en materia de infraestructura, pero desde entonces, del lado mexicano, no la hay en ningún aspecto.

El segundo debate puso en evidencia la necesidad de revisar la estrategia de México hacia el EU de Trump, en la que participen todos los actores de ambas naciones.