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De zona indígena, ases de robótica

IMPULSO/ Agencia SUN
Veracruz
En la región indígena del Totonacapan, más 25 mil habitantes se han volcado en apoyo a su equipo triunfador. Los integrantes del campeonísimo son reconocidos en las calles y comercios y los vecinos los saludan con alegría. Los niños se les acercan y sueñan con convertirse en esos jugadores.
En un país donde el futbol es el rey de los deportes, en el municipio de Gutiérrez Zamora el equipo preferido y ovacionado se llama UTGZ Robotics, un conjunto de estudiantes de primaria, secundaria, CBTIS y universidad que en 11 años ha ganado todas las competencias nacionales e internacionales: suman 160 trofeos conquistados en las áreas de diseño, construcción, programación, habilidades, excelencia, campeón de campeones y el premio de analistas.
Se trata de la Academia Estatal de Robótica de Gutiérrez Zamora, compuesta por 88 alumnos conformados por la UTGZ Robotics Steam Academy, respetada por algunos y temida en el mundo. Jóvenes de comunidades rurales, indígenas y de la propia cabecera municipal han hecho morder el polvo a representantes de Estados Unidos, China, Nueva Zelanda, Líbano y Canadá, entre otros.
“Aquí el secreto es nunca darse por vencido. Las derrotas sirven para superarlas”, afirma el profesor Abel Yradier Gómez Parra, uno de los coordinadores de la academia que imparte clases de manera gratuita.
UTGZ Robotics es un modelo exitoso coordinado por la Universidad Tecnológica de Gutiérrez Zamora al que se unieron todas las escuelas públicas de la localidad y la comunidad para generar una política de construcción de robots ganadores y de generaciones de jóvenes con una mentalidad triunfadora.
En la temporada 2017-2018 han obtenido 22 premios internacionales, entre ellos el Build Award, el Worlds Championship para VEX U, el trofeo de campeón de división, trofeo de primer lugar y trofeo de tercer lugar para VEX IQ.
Uno de sus robots está compuesto por tres mil 500 piezas; otro por cinco mil y el más avanzado con 7 mil, con los que han logrado dar verdaderas palizas a sus competidores. Cada alumno, que pasa al menos tres horas al día en los talleres, tiene una función definida, desde el diseño en computadora, hasta la programación, construcción y dirección del robot en las competencias.
Construyendo líderes
Las niñas y niños, con sus uniformes planchados y limpios, portan libretas con ecuaciones matemáticas y físicas que al ojo de una persona “normal” son incomprensibles, pero para ellos, en su mente, son los robots que derrotarán a sus contrincantes.
Se busca, explica Yradier Gómez, generar una educación integral, no sólo desarrollar conocimiento, sino construir liderazgos, pues aquí hay niños de 10 años que son los jefes de cada proyecto anual que se fija la academia.
“Cuando un alumno es bueno se entrevista a sus papás y si te dicen que en casa acomoda la ropa, asea el cuarto, se baña todos los días, no le rezonga a la mamá y cumple con todo para ser persona de bien y llena de valores, entonces es principal en el grupo”, detalla.
Cada año se abre la convocatoria para estudiantes de primaria hasta universidad que busquen lugar en la academia. Se les dan cursos especiales sobre matemáticas, diseño, ingenierías y del grupo inicial se selecciona a los que participarán en un proyecto anual de construcción de robots. Algunos ingresaron cuando iban en primaria y hoy que van en la universidad siguen en la academia enseñando a los nuevos reclutas.
Uno de ellos fue Emmanuel Juárez Lorenzo, un joven indígena de 22 años proveniente de Coyutla. Nació con su lengua materna el totonaco, en la primaria debió aprender el español para comunicarse con sus compañeros y maestros y hoy estudia inglés, requisito para competir en un UTGZ Robotics.
“Me cambió mucho. El cambio suele ser un tanto difícil, pero una vez que estamos en camino ya no hay marcha atrás”, afirma el muchacho.
En la última competencia en la que participaron, Vex Robotics World Championship 2018, celebrada en Estados Unidos —el torneo de robótica más grande del mundo— UTGZ Robotics se enfrentó a mil 648 equipos de 30 países.
En el certamen organizado en colaboración con empresas como Google, la NASA y US Army, participaron en las categorías VEX U (Universidad), VEX EDR (preparatoria) y VEX IQ (secundaria y primaria) con seis equipos en total.
En la categoría VEX U clasificaron a las finales en ambas divisiones, además se posicionó en quinto lugar del ranking general y fue el único equipo mexicano que clasificó a las semifinales y que fue reconocido con un premio en sus respectivas divisiones. Obtuvo los galardones de construcción, que se otorgan por presentar un robot bien diseñado y construido con una clara dedicación a la seguridad y atención al detalle; recibieron 20 medallas al mérito de desarrollo tecnológico y obtuvieron el segundo lugar en el VRC PromoteAward Online Challenge. “Es mucha la satisfacción y júbilo, están aprendiendo ramas de ingeniería, matemáticas y programación que a su edad no es normal y, lo mejor, lo aprenden de manera lúdica, divertida”, dice Iván Antonio Grajales Hernández, profesor de la telesecundaria Justo Sierra, la cual forma parte del grupo.
Y ahora van por más. Avanza con éxito la conformación de una nueva escuela de robótica en el Centro de las Artes Indígenas de Papantla, que estará conformada sólo por niños totonacas.
“Me alientan para seguir”, Emmanuel Juárez Lorenzo, 22 años.
Su padre se dedica a la construcción y su madre es ama de casa. Dice que lo alientan para seguir esforzándose: “Me dicen que soy un orgullo para mi pueblo —ubicado en la región del Totonacapan—, para Veracruz y México. Ya tuve la oportunidad de viajar a otro país. Comparto esta alegría de ellos, además no olvido mis orígenes, y lo que estoy estudiando ya lo estoy aportando”.
“Disfruto las matemáticas”, Alejandro Guerrero Núñez, 18 años.
“De niño me gustaba armar legos, armar cosas y siempre me ha gustado construir, al principio pensaba que las matemáticas eran complicadas, pero se me hizo un juego, ahora las veo de manera distinta. Mis padres están orgullosos de las oportunidades —que me ha dado la UTGZ — y están felices porque no mucha gente se atreve a dar ese paso, sigue en la zona de confort”.
“Somos como una familia”, Raquel Ramírez Cervantes, 21 años.
Su padre es empleado en una preparatoria y su madre ama de casa. Para ella, pertenecer a la academia de robótica es como tener una familia. “Aquí pasamos horas y horas en la escuela y aprendemos a convivir. Una de las cosas que más me gusta es que más allá de los trofeos y premios es que nosotros ayudamos a chicos de primaria y secundaria y nos ven como una inspiración”.
“Nos abrieron las puertas”, María Fernanda Devilet Vázquez, 16 años.
“Sinceramente la academia de robótica me ha ayudado demasiado hasta en mi forma de expresarme, aprendí a trabajar en equipo, socializar con las otras personas… a pesar de que antes no teníamos nada de relación con esto —la robótica—, nos abrieron las puertas y es un orgullo estar aquí. Al principio se me hizo complicado porque es algo que no conocemos”.
“Ya decidí, seré ingeniera”, Margareth Rosalía Ramírez, 15 años.
“Siento orgullo, felicidad porque al inicio se me complicó, saber que pudimos ganar fue mucha felicidad. Mi familia está muy contenta de que pueda seguir estudiando. Gracias a esto ya sé lo que quiero estudiar y es ingeniera en Mecatrónica (…) estoy muy orgullosa porque gracias a ello logramos posicionarnos, gracias al trabajo de equipo pude hacer un diseño”.
“Es algo que disfruto”, Hugo Jared Aguilera, 14 años.
“Es algo que me gusta, lo disfruto, podemos implementar la ingeniería en esta rama de la robótica y hemos estudiado más a fondo… cuando obtuvimos los primeros lugares a nivel nacional y nos dio el pase a los mundiales allá pudimos platicar con gente de otros países (…) mis padres están muy orgullosos de mí por todo lo que he logrado y siempre me van a apoyar”.