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David Hockney, más allá de la pintura

El multifacético artista británico David Hockney sigue creando con todo lo que le es útil para hacerlo, incluyendo el iPad y las nuevas tecnologías. El mercado avala su audacia

Un año para enmarcar, así lo intuirá David Hockney (Bradford, Yorkshire, 1937), el artista británico quizá más influyente del siglo XX. Hasta seis exposiciones en Chicago, París, Haarlem (Holanda) o Washington aún en cartel, y durante el 2023, y la venta recientemente de su obra Early Morning. Saint-Maxime (1969) en Christie’s (Londres) por 27.3 millones de dólares.

Desde 1963, John Kasmin, Kas y Annely Juda Fine Art de Londres han representado a Hockney. Si en 2006 Un gran cañón más grande, serie de 60 pinturas combinadas, engrosó la National Gallery of Australia por 4.6 millones de dólares, el acrílico Ama de casa de Beverly Hills (1967) alcanzó en 2008 la cifra récord de 7.9 millones de dólares. Y en 2018, su Retrato de un artista (Piscina con dos figuras), de 1972, subastado por Christie’s (Nueva York), lo consagró como el artista vivo más cotizado del mundo: 90.3 millones de dólares.

Si sus series referenciales californianas, primero sobre duchas y más tarde sobre piscinas, con acrílicos de tonos planos, suaves, vibrantes y muy realistas se han llevado la palma, sus retratos a partir de fotografías en diferentes momentos de sus padres, amigos –Mo McDermott o Celia Birtwell y Ossie Clark, diseñadores de moda− o amantes –Peter Schlesinger, el bailarín Wayne Sleep…–, parecen algo de su inpsiración.

Early Morning, Saint-Maxime de 1969 es una de la obras más destacas de David Hockney. Fue vendida en 27.3 millones de dólares.

Su estilo amalgama un buen puñado de ismos del arte moderno: del expresionismo de Francis Bacon y sus pinceladas gestuales, el Pop Art, el hiperrealismo y el cubismo picassiano, a la sinceridad propia del naif o la fuerza del grafiti, aderezados por su fino sentido del humor. Aunque rechazó el título de caballero, en 2012 ingresó en la Orden de Mérito del Reino Unido, honor reservado a solo 24 miembros por sus contribuciones al arte y la ciencia.

Hacedor poliédrico, Hockney es el arte total: pintura, retrato y paisaje; fotografía y collage; dibujo e ilustración; grabado y litografía; arte gráfico, arte digital, escultura; o escenografías para ópera, ballet o vestuario. Posee, además, el don de la sinestesia –percibe así colores en respuesta a estímulos musicales−, que le ha servido para diseñar e iluminar escenarios y bastidores.

Hockney empezó a producir en 1980 sus joiners o collages de fotografías hechas con Polaroid o en 35 mm, desde diferentes perspectivas y en momentos sucesivos, con resultados afines al cubismo. Años después, ya empleó un programa que le permitía dibujar en la pantalla de un ordenador. Desde 2009, ha pintado centenares de retratos, bodegones, paisajes y hasta un fondo para la Vienna State Opera de 176 m2 con software brushes para iPhone e iPad.

Si en 2012 la Royal Academy of Arts presentó A Bigger Picture: más de 150 paisajes, óleos y acuarelas de Yorkshire a escala monumental y 50 dibujos con iPad impresos en papel, su exposición en el Young Memorial Museum de San Francisco, un año después desplegó incluso retratos en Photoshop, óleos de lienzos múltiples, paisajes con iPad y películas digitales. Aun así, Hockney sigue indagando. Eso sí, se niega en rotundo a crear NFTs.