Enero 26, 2025
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Cultura del desecho y pandemia golpea a empacadores

En completa indefensión se encuentran ancianos trabajan sin un salario y debido a la pandemia, el acceso a tareas como empacadores se ha restringido e incluso suspendido.

Guadalupe Rosas Suárez

La vida no se termina a los 50 o 60 años, lamentablemente, en México se subestima y menosprecia la experiencia acumulada, aun cuando la persona sea útil, tenga la fuerza y experiencia, los empleadores ya no quieren contratarlos y cuando lo hacen es como intendentes, vigilantes, ayudantes en general, empacadores o cerillos, con un trabajo precario y mal pagado, cuándo es pagado.

En las culturas del mundo antiguo, occidental y oriental, el anciano representaba sabiduría, experiencia y poder; era el guía y consejero. Hoy, el ser humano se ha convertido en un bien perecedero, con la edad pierde su valor; la sociedad ya no te considera útil, entonces te desecha. Incluso antes de ser adulto mayor, desde los 40 o 45 es complicado conseguir un empleo digno y bien remunerado.

Tal precariedad, la viven cotidianamente los empacadores de tiendas departamentales, a quienes no sólo la cultura del desecho les ha golpeado, sino que la pandemia les afectó severamente. Es el caso de Javier Sánchez, quien tras buscar muchas opciones no encontró otra oportunidad más que ser cerillo de un Walmart. Sus ingresos dependían de la caridad de la gente, por lo regular obtenía entre 150 y 200 pesos, sólo en la época de navidad ganaba hasta 500 en un día.

Había tres horarios en los que podía ser empacador de 8 a 12, de 1 a 6 o de 3 a 9; le agradaba sentirse útil, saludaba a la gente y aunque le dolían los pies, tenía para comer, porque quitando lo de su pasaje le quedaban 150 pesos libres, que “eran muy buenos”. Sin embargo, la pandemia del Covid-19 llegó y todo se acabó. En la tienda les dieron una tarjeta para una despensa, pero no hubo más trabajo y hasta la fecha siguen sin contratarlo.

“Los socios de la empresa han dicho que no quieren más cerillos, no quieren arriesgar nuestra salud y aunque cambió el semáforo y nos vacunaron, no se nos dio oportunidad; el problema es que en otros lugares tampoco nos contratan y entonces, de qué vive uno”, enfatizó.

Germán González, durante 31 años trabajó en General Motors, su experiencia lo llevó a ser mano de obra calificada, salió de esa fábrica a los 52 años por retiro voluntario y cuando buscó ser contratado en otra compañía, más allá de su capacidad, competencias y estado de salud, la edad fue un obstáculo, ninguna empresa lo quiso contratar.

“Cuando salí de la fábrica busqué, pero sólo había empleo de cerillos en las tiendas departamentales, de vigilante o barrendero, entonces no me quedó más que dedicarme a eso. Con la pandemia a penas nos dejaron regresar hace un mes a Soriana y la gente que va no es mucha y cada vez nos dan menos”, lamentó.

En su búsqueda por un empleo digno, corroboró que no hay opciones para los que tienen más de 50 años, mucho menos para alguien de 60 o más, cuando mucho se puede ser intendente, vigilante o velador, pero los salarios son demasiado bajos y sin prestaciones.

La señora María es empacadora en un Garis, por la afluencia le va un poco mejor, recibe en promedio 200 pesos, su horario es de 12:00 a 16:30 horas, estuvo sin empleo mucho tiempo, tiene 15 días que regresó, pero ahora está preocupada porque con los cambios de semáforo le pueden dar las gracias de nuevo, entonces no ayudará al sustento de su hogar y tampoco se sentirá útil.

El empacador no tiene un salario, sólo cuenta con lo caritativo que pueda o sea las personas que realizan sus compras en la tienda donde presta su servicio.

Las empresas se han preocupado por que no estén en riesgo de contagio por lo que no les permiten trabajar aún, a pesar de que ya fueron vacunados.