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Cuentos para presidentes

El PRI y la caída de Osorio Chong
IMPULSO/Rodrigo Sandoval Almazán

Los pasillos llenos de gente esperaban la conferencia magistral del afamado Dr. Juan Smith. Hoy hablaría sobre la caída y transformación del sistema político mexicano, un caso de estudio que había dado la vuelta al mundo y que se comentaría cincuenta años después. El murmullo de académicos, estudiantes y periodistas hacía tenso el ambiente.

En las pantallas tridimensionales que ocupaban las paredes del auditorio había aparecido la imagen de un político mexicano. El profesor Smith comenzó con su disertación: “Como pueden ver, este hombre, Miguel Angel Osorio Chong, simboliza lo que ocurrió con el Partido Revolucionario Institucional en el 2018”.

La pantalla cambió y mostrada audios y videos de Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray, José Antonio Meade. “Estos hombres controlaron de alguna manera el proceso sucesorio para nombrar candidato presidencial, pero dejaron fuera al PRI”.

Y es que el PRI -continuó diciendo el profesor Smith- estaba en declive. Las preferencias de los electores, la baja popularidad del entonces presidente Peña Nieto, así como el surgimiento de candidatos independientes, una inusual alianza del PAN-PRD y varios factores internos como la corrupción al interior del partido oficial, la creciente inseguridad y una acelerada incertidumbre económica hicieron que los candidatos del partido no fueran viables para ganar las elecciones y conservar el poder. Se trataba de mantener la presidencia a toda costa, incluso de perder el partido.

Osorio Chong era el candidato del Partido, del viejo PRI, del sistema, por eso, era importante dejarlo fuera. Con ese partido no podrían conservar el poder, eso lo tenía bien claro Peña Nieto, dijo tajante el profesor Smith ante el asombro de quienes lo escuchaban.

Si ustedes se preguntan -siguió diciendo- que ellos sabían las repercusiones que tendría esta decisión en el sistema político mexicano, yo creo que no. En ese momento, lo importante era mantener el poder.

Una mano se levantó tímidamente en una de las pantallas. Un alumno noruego preguntaba a distancia, con la traducción simultánea: “Profesor Smith, ¿esto causó una ruptura al interior del partido político? ¿Cómo eliminar a políticos leales que han esperado años y se forman en el partido para apoyar un candidato externo?”.

Smith se quedó en silencio unos segundos meditando la respuesta y dijo al fin: “La ruptura había ocurrido años antes en 1988 para formar el PRD y ha ocurrido en otros partidos, pero en este caso, yo le llamaría una ruptura silenciosa, por que aparentemente no hubo tal disidencia.

El partido era controlado por políticos experimentados del estado de México que nunca habían perdido una elección y que presumían de sus habilidades negociadoras y de imposición política para controlar a sus adversariosUn alumno en el público presente en el auditorio gritó la pregunta: ¿Esta ruptura silenciosa fue la que dio lugar al resultado y por lo tanto al cambio del sistema político?

Smith intentó ver quien había formulado tal interrogante, pero no lo logró. Entonces, dijo: “Si, definitivamente, la ruptura silenciosa de aquellos simpatizantes priistas se volcó hacia otros candidatos y modificó el mapa político mexicano.

Como ustedes saben, la cultura política del mexicano no ha sido fácil de estudiar. Los simpatizantes priistas se sintieron traicionados por nombrar una persona fuera del partido que ellos apoyaron tanto tiempo.

Detrás de un micrófono, un chico del auditorio levantaba la mano insistente, Smith le dio la palabra, comenzó diciendo: “Me llamo Rodrigo Colosio y estudió aquí gerencia pública y relaciones gubernamentales, quiero preguntarle ¿cómo hizo el candidato José Antonio Meade, externo del PRI, para distanciarse del partido y de los programas del presidente Peña Nieto para construir su campaña política?

Es una buena pregunta joven Colosio, Meade estaba en una disyuntiva: ¿apoyarse del presidente o ponerse en su contra? Si lo apoyaba, entonces era probable que arrastrara su desprestigio y del partido en su contra y perdiera.

Si se ponía en su contra, tal vez ganara partidarios, pero sería una contradicción por que él mismo participó en su administración y apoyó esas decisiones que criticaría, por eso, la estrategia de Meade se concentró en sus oponentes, en descalificarlos y en hacer propuestas de campaña neutrales que trataran de desviar la atención de los problemas reales y ofrecer soluciones generales y simplistas para el electorado. Todo ello, apoyado con las emociones de familia, valores y el miedo de cambiar a otro partido.

Las imágenes cambiaron y presentaron al candidato presidencial de PRI, Meade y las instalaciones del PRI, años después en las portadas de diarios y noticieros internacionales. Smith guardo silencio y dijo: “Lo que nadie se pregunto entonces: ¿qué haría un candidato ajeno al PRI con el partido una vez que terminara la elección?” Y entonces terminó la conferencia, dejando la pregunta al aire.

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