Julio 16, 2024
Clima
19°c Máxima
19°c Mínima

Cuentos para Presidentes

Doctor COVID

Rodrigo Sandoval Almazán

* * *

Quienes lo conocen lo aprecian de inmediato. Dicen que es bastante alto y fornido, algunas versiones han comentado que es atlético, tiene grandes manos y su voz es inconfundible. Ya que ningún paciente le ha visto la cara por que siempre está cubierta por protecciones, ya sea goggles, mascarilla quirúrgica o N95 sus ojos claros apenas se le ven por unos instantes. Pero su voz sigue siendo la misma.

Esta mañana dió de alta a cuatro pacientes. Dos de ellos de sesenta años de edad, un hombre y una mujer, y dos más jóvenes 45 y 55 años, ambas mujeres, omitimos los nombres por que no los sabemos, sólo son las estadísticas del doctor COVID. Estuvieron entre doce y quince dias en el hospital debatiéndose entre la vida y la muerte los de más edad y otros graves. Pero él los saco adelante.

Las enfermeras aplauden cuando salen los pacientes del hospital. “La libraron” de ese pabellón de la muerte solo ellos lograron salir con vida, es una suerte o es destino, no lo sabemos, pero es cierto que el doctor COVID tuvo algo que ver con ellos.

Se ganó el apodo hace algunos meses, cuando comenzó a hablar de la epidemia. Le decían que eso nunca iba a llegar a México y que el Coronavirus moriría al pisar suelo azteca por la contaminación y la resistencia de los mexicanos. El no se desanimó por lo que le decían sus colegas, al contrario siguió investigando y profundizando en el tema, se preparó con protecciones, algunos le llamaron exagerado en su momento, hoy le dan la razón.

Le comenzaron a decir doctor COVID cuando dieron positivo los primeros pacientes en el hospital. Entonces le llamaron; él era el único que sabía acerca de esa nueva enfermedad mortal. Les enseño al resto de los medicos y enfermeras, todas y todos comenzaron a tomar sus precauciones. Sus jefes lo desdeñaron, no le tomaron importancia hasta que la epidemia los rebasó, lo llamaron para saber un poco más a lo que se enfrentaban, pero muy pocos hicieron algo para ayudar a sus médicos, hasta que fue demasiado tarde.

Doctor COVID lleva semanas sin dormir una noche entera. Cuando no está de guardia, apenas y puede conciliar el sueño. Su cansancio es físico, pero también mental y más emocional. Estan agotados sus sentimientos cada que pierde un paciente, cada vez que habla con los familiares y les da la noticia; cada vez que llega algún nuevo y le tiene que decir que ha dado positivo en la prueba. Ha pasado por varias fases de la epidemia, primero era el que más sabía, después no quería saber nada, “me hubiera quedado en la ignorancia” les comentaba a sus amigos en las comidas; ahora está en la resistencia: “debemos salir adelante, debemos luchar contra este mal” dice.

Al doctor COVID no le da miedo probar nuevas ideas. Ha tratado pacientes con remdesivir, con plasma de otros pacientes, dejándolos sin respiradores, administrando otros fármacos que sólo el conoce. Ha tenido resultados notables. Dicen sus colegas que ha salvado a la mitad de sus pacientes, lo cual es un record en este hospital y los de la zona; tiene una intuición notable para saber con cual administrar qué tratamiento y cuál le puede ayudar. “Son los años de experiencia” dice humilde. Pero sabemos que no, es un doctor joven, por que si no no estaría en la primera linea de batalla contra el coronavirus.

A pesar de sus victorias no está contento. Sus pacientes, enfermeras y colegas dicen que el doctor COVID cura con el buen ánimo que transmite. A pesar del cansancio, del mal comer, no saben de donde saca los buenos días, las buenas noches, las palabras de aliento, las frases de cada día. Dicen que ha leído mucho a los clásicos, que viene de una familia educada, pero otros dicen que solamente tiene el don de gentes, la facilidad de palabra, el sacrificio de un buen médico.

El doctor COVID dió positivo hace unos días. Comenzaron los síntomas y lo han mandado a casa. El hospital no es el mismo con su ausencia. Aunque sus colegas y enfermeras le auguran un pronto restablecimiento, no saben si podrá volver a trabajar con ellos, al menos lo que dura la pandemia.  Quienes lo han visto dicen que está desesperado encerrado en sus cuatro paredes, ha pedido que le conviertan en un doctor que da consulta externa, le manden llamadas para dar asesoría a los posibles infectados mediante el teléfono, pero aún está débil, la voz no se le escucha como antes por la tos constante, habrá que esperar y orar por una lenta recuperación y que no se agrave su mal.

Mientras tanto sus colegas y amigos han copiado sus estrategias, comenzaron a desarrollar su intuición y muchos de ellos y ellas han utilizado su trato humano, rescatar las frases de ánimo y dar aliento a los pacientes; ahora ya no hay un sólo doctor COVID, sino muchos que no han recibido el reconocimiento y que están luchando todos los días por mantener nuestra sociedad. Para ellas y ellos nuestro reconocimiento por su valentía y su sacrificio, sin su entrega no seguiríamos aquí.