Julio 16, 2024
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Cuentos para presidentes

El experimento mundial COVID-19

Rodrigo Sandoval Almazán

Hay varias formas de comenzar una guerra en el mundo. Ya intentamos el asesinato de un alto político (el archiduque Francisco Fernando, el asesinato de Kennedy, el atentado contra el Papa Juan Pablo II, etc), también hemos intentado la invasión de países, como Alemania que invadió a sus vecinos con la guerra relámpago lo que desencadenó la segunda guerra mundial. Y después seguimos con los misiles intercontinentales para crear un détente y la consiguiente guerra fría que mantuvo al mundo en una presión constante durante décadas, pero ello no ha logrado nuestro objetivo.

Así que lo intentamos con las guerras químicas o biológicas, desde el gas sarín hasta las distintas cepas de coronavirus que producimos en las últimas décadas: el SARS, la fiebre porcina, el H1N1 pero no tuvimos el éxito de que se convirtiera en un asesino global logrando desestabilizar el equilibrio mundial. Ahora lo logramos, dijo con una gran sonrisa de satisfacción, el COVID-19 ha sido nuestro gran éxito, señores, ustedes ya conocen las cifras y los impactos. ¿Cómo está el mundo ahora?

El resto de los hombres que acompañaban al señor de blanco, como le hacían llamar, asintieron emocionados. Alrededor de la mesa de cristal, hombres y mujeres estaban vestidos igual que él, otros en trajes sastre y los que se veían por las pantallas que ocupaban su lugar en la mesa, vestían más casual, un par de ellos se veía que estaba en la playa.

Nosotros seremos los que encabezaremos el nuevo mundo. El plan que hemos concebido por décadas ha comenzado. El objetivo de la primera etapa fue reducir una parte de la población mundial, pero ello ha sido el gran pretexto para acabar con el orden económico internacional. Nuestro gran objetivo ha sido crear un mundo diferente en todos los sentidos; que no se encuentre basado en los medios de producción tradicionales y que impulse una transformación del poder político.

Uno de los hombres levanto la mano para llamar la atención del misterioso orador.

– Si, señor Europa, le dijo por su apodo, ¿Cuál es su pregunta?

– ¿Acaso hemos dado la vacuna a todos los jefes de estado que habíamos acordado, señor Blanco? Porque yo veo que algunos han enfermado.

– Bueno, pues hemos “vacunado” a los jefes de estado que nos convienen, esencialmente a los populistas que han accedido a nuestros planes en varios continentes; pero también a los jefes más longevos o los reyes de algunos países que pueden garantizar la estabilidad. Pero no a todos, ciertamente, es parte de nuestro plan.

– ¿Y los grandes empresarios que han apoyado indirectamente el plan? ¿Ellos lo saben? volvió a preguntar el Señor Europa.

– No lo saben mi estimado, hemos querido permanecer en secreto. Solamente los 24 hombres y mujeres que hoy nos sentamos en esta mesa tenemos el conocimiento exacto de este virus y sus consecuencias, habíamos preparado un plan para hacernos de la economía y del poder mundial.

– ¿Vamos ahora a pasar a la segunda etapa del plan? pregunto otro personaje anónimo.

– Señor América, usted siempre tan impaciente. Esperamos que pasen los efectos del virus y cuando las economías mundiales quieran reactivarse entonces entraremos nosotros. No habrá dinero suficiente para restablecer las áreas productivas, ni crear los empleos necesarios en tan corto tiempo, aumentará el caos, el desorden económico global y por lo tanto crece nuestra oportunidad. Estarán tan necesitados de una solución, de una guía, de una respuesta que no verán venir que nosotros ya estamos preparados para ello.

– Señor blanco, en efecto, ya tenemos preparado el software para lanzar la criptomoneda global que cambiara las transacciones de todo el mundo y que dará certeza y estabilidad a todas las industrias y los sectores económicos. Algunos bancos solo están a la espera de que demos la orden. Será la solución perfecta. Al final seremos un solo mundo, una sola moneda, una sola raza humana, sin fronteras.

– Eso esperamos, eso esperamos, señor azul, creemos que la homologación económica traiga consigo una sola sociedad, pero no debemos permitir que se nos escape de las manos, cualquier cosa puede cambiar la dirección del mundo en momentos tan decisivos.

– ¿Una guerra?, dijo alguien en una de las pantallas.

– Una guerra por los recursos, una guerra por el orden económico, una guerra por la estabilidad política.  Tantas variables sueltas amigos míos, que debemos tener atados todos los cabos, vigilar de cerca a nuestros socios y sus gobiernos, como lo hemos hecho y alentar a los medios de comunicación para que sigan enviando la información y el adoctrinamiento que queremos.

– ¿Seguimos con el discurso del miedo? ¿Seguimos sembrando la duda? Preguntaba el señor amarillo.

– Sí, es lo que debemos hacer, deben creer lo más posible que la pesadilla no ha terminado, que cualquiera puede infectarse de esta amenaza invisible y que están en manos de la ciencia, de la medicina y por lo tanto de la razón. Esta combinación de emociones y racionalidad será la que nos lleve a la victoria. Debemos conducirlos que busquen derrocar su historia, sus sistemas políticos, sus creencias y sus miedos para unirlos en torno a una idea común, una respuesta única, un sólo camino de salvación: nosotros.

Todos los presentes sonrieron maquiavélicamente, al parecer sus rostros estaban llenos de emoción y de expectativas al mismo tiempo. Iban a tomar el control de mundo, sin que el mundo lo supiera. Todos ellos resguardados en una fortaleza perdida en las montañas del Himalaya, esperaban ansiosos que la pandemia pasara, para que impulsar sus planes que ellos creían positivos para el mundo, históricos para la humanidad, un cambio necesario y urgente para una raza humana en decadencia.