IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad De México
El sur de la Ciudad de México volvió a paralizarse. El clásico capitalino en la ida de las semifinales del Apertura 2018 fue el causante de que americanistas y auriazules organizaron una “juerga” en Ciudad Universitaria.
Pumas-América, una de las rivalidades más pasionales en el futbol mexicano, se presentó por sexta ocasión en una Fiesta Grande. Águilas y felinos, cada uno desde su trinchera, prepararon el colorido, los cánticos, el furor y el delirio de una Liguilla.
Los azulcrema, desde la explanada del Estadio Azteca, sobre Tlalpan, partieron hacia CU en caravana. Cerca de 50 medios de transporte, entre vehículos particulares, motocicletas y camiones, se dirigieron a la casa del “acérrimo rival” para “coparla”, decían los barristas uniformados.
Por su parte, los universitarios llegaban como podían y querían. Las inmediaciones de Rectoría y la Biblioteca Central eran un patio trasero del recinto. Revendedores de boletos, aficionados con bebidas alcohólicas y con cigarros —de esos que causan risa— iniciaban el “carnaval” desde las famosas islas de Ciudad Universitaria hasta las gradas de piedra.
Dentro del estadio, la afición local no dejó de cantar y saltar. Tenían de visita al enemigo número uno, e incomodarlo era el objetivo.
Pumas contra América, el choque de ideologías y clases, que es llevado a lo futbolístico, volvió a demostrar que es una rivalidad todavía en ascenso.
Las autoridades sufren y trabajan al doble. Ya sin granaderos en las inmediaciones del Olímpico Universitario, la atmósfera era amigable y menos tensa. Brotes de violencia no hubo y todo terminó en un festejo de Liguilla.
Afortunadamente, el primer capítulo de esta batalla invernal terminó con saldo blanco. El próximo domingo, el sur de la capital del país, pero ahora en el Estadio Azteca, volverá a vivir los estragos de una “guerra” capitalina que promete más.
La supremacía de la Ciudad de México está en juego.