Noviembre 19, 2024
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Cristiano Ronaldo vuelve a su nivel

IMPULSO/ Redacción
Madrid
Todo tenía un aire de rutina en el Madrid, como esos días laborables en los que sólo se aspira a que concluya la jornada, era como un domingo sin planes.
Había rutina en la descolocación defensiva, en la apatía ofensiva, en la rotura de líneas, rutina en el juego de Benzema, más parecido a un alumno de Morata que a su profesor
Había entusiasmo en el otro lado, en el del Alavés, que fue más de lo que señaló el marcador y menos de lo que pudo conseguir, muy penalizado por la decisión arbitral y falta de resolución donde quema la pelota.
Había rutina, menos en Cristiano, quien afiló en Mendizorroza su instinto goleador, tan romo en este cuarto de Liga.
De la monotonía de sus anteriores partidos, pasó a la rutina especial de su historia: el gol. Cristiano no juega mejor, no es el de sus mejores tiempos, pero Vitoria le puso el espejo de su mejor versión goleadora, incluso desaprovechando un penalti (que Pacheco le adivinó con alma de pitoniso).
Marcó de penalti en una decisión desacertada de un colegiado errático y compulsivo, marcó desde fuera del área, aunque lo ayudase el toque involuntario de un defensor para rebajar la estirada del portero, y marcó desde el área pequeña tras una combinación con Marcelo.
En ninguno de los goles, tuvo que correr Cristiano más allá de un par de metros, nada de galopadas que son asunto de Bale, demasiado conductista en su juego, aunque tremendamente solidario en el esfuerzo, rebajado en la segunda mitad a la condición de mediocampista para crear y estorbar al rival al mismo tiempo.
Su rutina la devoró el Alavés en la primera mitad, bien armado con superioridad en el centro del campo y en la defensa, creando su futbol a partir de los costados.
En eso, el lateral Theo Hernández es un diamante en bruto, exploró todas las debilidades de Danilo, las aireó a los cuatro vientos y, en una de ellas, a los siete minutos, arrasó la banda para que su centro lo aprovechase Deyverson para batir a Keylor Navas.
Por allí, y en menor medida, por el otro costado, el que gobernaba era Kiko Femenía. Rugía el Alavés porque las escapadas de Theo Hernández son terriblemente contagiosas para sus compañeros y desalentadoras para sus rivales.
Pepe pagó con una lesión muscular un acto de servicio para frenar al lateral francés, sólo Varane, por su velocidad, parecía capaz de arrinconar a su compatriota, pero, a cambio, despoblaba el área.

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