Miguel García /Toluca
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Los Sistemas de Seguridad Social en el mundo fueron concebidos con el objeto de enfrentar los problemas de la población asociados al final de sus años productivos; sin embargo, la pirámide poblacional comenzó a invertirse.
De acuerdo con Manuel Fernández, investigador de la facultad de Geografía de la Universidad Autónoma del Estado de México en 1943 existían 26 trabajadores en activo por pensionado, mientras que en la actualidad existen cinco trabajadores por pensionado y se prevé que en 2035 existan dos por pensionado.
Explicó que los primeros planes de pensiones contemplaban beneficios acotados que guardaban correspondencia con la función social del Estado, en cuanto a garantizar un mínimo de bienestar a sus trabajadores al cabo de su etapa productiva, es decir, existía un equilibrio entre aportaciones y beneficios.
Al paso del tiempo y a pesar del envejecimiento de sus poblaciones, explicó, algunos países continuaron incrementando los beneficios de retiro mucho más allá de los mínimos establecidos, provocando a la postre la falta de viabilidad financiera de los mismos.
Los países, dijo, que no corrigieron estos desequilibrios a tiempo, hoy experimentan severas crisis en sus sistemas pensionarios; en México se llevaron a cabo los cambios necesarios para ajustar los desequilibrios en su sistema de pensiones.
Lo anterior, ha llevado a que en los últimos años se ha visto un aumento en el flujo de recursos destinados a pensiones de esquemas de contribución definida.
Por ejemplo, en Estados Unidos de América se ha visto una importante caída en el número de trabajadores en esquemas de beneficio definido y un aumento significativo en el número de trabajadores en planes de contribución definida; entre 1975 y 2007 pasaron de 11 millones a 67 millones de trabajadores en planes de contribución definida.
En México, manifestó, el Sistema de Ahorro para el retiro (SAR) generó un patrimonio para los trabajadores, los ha acercado al sistema financiero formal, ha canalizado recursos a la infraestructura y la actividad productiva, además, fortaleció las finanzas públicas en el largo plazo.