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Costo del Brexit, mayor al estimado

IMPULSO/ Agencia SUN
España

Los británicos comienzan a vislumbrar las consecuencias que tendrá el Brexit en su vida cotidiana: una deuda económica enorme con la Unión Europea (UE), millones de trabas burocráticas e incertidumbre en sectores fundamentales, como el transporte y la alimentación.

Tras las promesas de campaña de los partidarios del Brexit, que aseguraban que los británicos gozarían de un futuro más próspero fuera de la UE, libres de las cargas de la inmigración y las imposiciones de Bruselas, los primeros compases de las negociaciones de salida dejan una impresión más sombría.

No sólo la UE exige a Londres que abone 100 mil millones de euros de inversiones a las que ya se había comprometido.

En medio de la amenaza terrorista mundial, los ciudadanos de Reino Unido también se encuentran con que quedarán fuera de la Europol, o con que miles de negocios británicos dejarán de recibir fondos europeos, lo que pondrá en riesgo incluso la existencia de ONG como Oxfam.

Eso, sin hablar de la urgente necesidad de crear órganos que regulen el sector energético, las patentes, la propiedad intelectual, los estándares alimentarios y farmacéutico, la seguridad de los aviones… Todas esas son operaciones que hoy dependen de la legislación de Bruselas, y que Londres debe regular en menos de dos años.

“Parece evidente que el increíble nivel de complejidad del Brexit ha sido subestimado por los ministros británicos y que la arrogancia sigue dominando a los defensores de la salida. Muchos creen que la UE se rendirá antes de que lleguemos al plazo límite de las negociaciones [en marzo de 2019], pero no va a suceder”, explica por correo electrónico Steve Bullock, miembro de la representación del Reino Unido en la UE entre 2010 y 2014.

Bullock revolucionó el debate en su país al publicar en el diario The Independent un artículo titulado “Como negociador británico ante la UE, puedo asegurarles que el Brexit será mucho peor de lo imaginado”, donde expone la innumerable lista de aspectos en los que empeorará la vida de los ciudadanos si no se detiene el proceso.

“El gobierno tiene excelentes expertos que estoy seguro de que le han dado toda la información sobre las consecuencias de las negociaciones, por lo que mi conclusión es que los responsables políticos están impidiendo que esa información llegue a los ministros, o que estos no quieren oírla”, argumenta Bullock.

Esos mismos ministros han dejado de usar el argumento de que el Brexit implicará algún beneficio para el ciudadano. A medida que se hace evidente que la salida de la UE tendrá un coste real, más voces piden un segundo referéndum, por muy complicado que esto parezca. El ex diplomático británico John Kerr, artífice del artículo 50 de Lisboa que ha permitido la salida de la UE, firmó hace dos semanas una carta colectiva que pedía a su gobierno detener el proceso por sus “desastrosas consecuencias”.

Bullock cree que existe una oportunidad de detener el Brexit, pero que la ventana es cada vez más pequeña. “La gente está dándose cuenta de que no hay ningún trato bueno que entre dentro de las líneas rojas marcadas por Reino Unido en cuanto a contribuciones al presupuesto europeo, control de la circulación de personas y jurisdicción del Tribunal Europeo”, opina el ex negociador.

Los partidarios del Brexit de línea dura insisten en que los problemas no serán tantos, y a la larga será beneficioso. Bullock responde: “Hay frases muy británicas para estas situaciones, como ‘al final todo saldrá bien’ o ‘es mucho ruido para nada’. A veces esta actitud es la apropiada, pero en ésta hace falta una acción decidida. Está claro que los extremistas quieren el Brexit a cualquier precio, pero no creo que la población esté de acuerdo”.

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