Mercado cautivo
José García Segura.
Transportistas del Estado de México bloquearon la semana anterior los accesos a la CDMX por las autopistas a Toluca y Pachuca en protesta porque el gobierno les exige renovar los vehículos con más de 10 años de antigüedad y conectarlos al centro de mando vía un GPS e incorporarles cámaras de vigilancia y botón de pánico.
Policías federales y de la capital cerraron el paso al contingente proveniente del Valle de Toluca y de la zona Norte del Valle de México (Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec).
Déjeme decirle que a los manifestantes les gusta aplicar la política del azadón a la hora de cobrar sus servicios: Diez pesos tarifa mínima en los autobuses y 150 pesos o más por dejada a las afueras de los centros hospitalarios, particularmente las áreas de emergencia donde a los pacientes o sus familiares poco les importa a cambio de la prontitud.
En nuestra opinión es de mal gusto abusar en el precio por una dejada de taxi pero es irresponsable que las autoridades encargadas de meter al orden al pulpo transportista no actúen.
Hace ya casi un año que aplica, en teoría, una “pirámide tarifaria” solo que eso es letra muerta
En el Valle de México, por ejemplo, los taxis prestan el servicio a veces sin concesión o autorización y sin cromática que confirme que se trata de un taxi autorizado y no un vehículo particular.
Bajo esas condiciones, los usuarios están convertidos en mercado cautivo.
En la Ciudad y Valle de México el servicio de transporte se proporciona a través de trolebuses, microbuses, autobuses y taxis; metro de llantas, metro férreo, tren ligero, tren suburbano y sin embargo, el calificativo es de caro y deficiente.
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