IMPULSO/ Agencia SUN
Beijing
El Año Nuevo que China celebrará este sábado 28 será festejado con menos pólvora para ahuyentar a los malos espíritus, y el traslado de las tradicionales imágenes festivas a los aparatos electrónicos.
En consonancia con los altos índices de contaminación que el país asiático vive desde hace tiempo, las principales ciudades como Beijing o Shanghai enfrentan restricciones en la venta de fuegos pirotécnicos.
Alrededor de 25 ciudades del norte, centro y este de China recibieron, hace un mes, 2017 en alerta roja por la fuerte contaminación.
En la capital Beijing fueron otorgados 511 permisos para tiendas que venden pirotecnia, cuando el año pasado hubo 719.
En Shanghai, con 24 millones de habitantes, la baja es más fuerte, pues el número de permisos llegó a siete cuando hace un año hubo 77, y los concedidos se concentran en los suburbios, de acuerdo al sitio china.org. Además, los precios han subido.
En Shanghai las ventas no parecen haber bajado, y el único vendedor autorizado en el distrito de Qingpu afirmó que prácticamente ha acabado con su dotación de 200 cajas.
En ambas ciudades la venta de juegos pirotécnicos se destina mayoritariamente este año a los niños, muchos de los cuales reciben de sus padres solo luces de bengala, que cuestan 2.9 dólares por paquete.
El permiso para encender las luces inicia hasta la víspera del Año Nuevo, y además no puede hacerlo en cualquier parte, sino solo en ciertas zonas.
Los fuegos artificiales tienen un uso de siglos en China, específicamente para ahuyentar a los malos espíritus, y que se ha generalizado con motivo del Año Nuevo, que esta vez es simbolizado por el gallo.
Pero mientras la tradición pirotécnica se ve reducida, la que corresponde a las imágenes de un gallo alusivos a la fiesta de este año, no desaparece sino que se han extendido a los aparatos electrónicos.
Los dibujos se colocan en las puertas y muros, y ahora también se encuentran en las pantallas de los dispositivos electrónicos.
Este Año Nuevo es de particular significado para la población de China, que opina que la silueta de su país recuerda a la figura de un gallo.