Julio 16, 2024
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Contamina sucesión a TLCAN

Alberto Barranco

De entrada, está latente la posibilidad de que los demócratas, en la renovación del Congreso del país vecino que se vota en noviembre, asuman mayoría en ambas cámaras, lo que colocaría una nueva cuña a la renegociación. La presión de éstos apretaría la pinza a la inclusión de un capítulo que plantearía a mediano plazo el equilibrio salarial, en paralelo a cuestiones de índole política.

En el caso de México, la aprobación podría estar a cargo de un Senado con mayoría de Morena, lo que a su vez podría presionar un nuevo tinte a la posición de México. De hecho, aunque no coloca su nombre en el reclamo, el Consejo Coordinador Empresarial le está urgiendo a Andrés Manuel López Obrador definir claramente su postura sobre la agenda comercial internacional del país.

De acuerdo con la óptica del organismo, “la liberalización iniciada hace unos años ha demostrado ser positiva para la mayor parte de los mexicanos”. El comercio exterior, dice, representa alrededor de 70% del Producto Interno Bruto; las exportaciones se han multiplicado más de seis veces y el sector exportador ha registrado un crecimiento mayor al de la economía. El panegírico habla de que en las firmas de manufacturas de exportación los salarios son en promedio 32% más altos, y la población en situación de pobreza se redujo casi 20% en los últimos seis años.

Lo que preocupa a la cúpula empresarial son dos posturas del candidato presidencial: el buscar la autosuficiencia alimentaria del país y el que se plantee un programa de sustitución de importaciones, por más que nunca se ha hablado de aislamiento o proteccionismo. Lo cierto es que, al margen de si las cifras del CCE cuadran, el país carece de potencial para exportar. La posibilidad se apuntala con importaciones cuya magnitud nos coloca en desventaja de cara al intercambio.

De 42 Tratados de Libre Comercio firmados por México, sólo en tres se alcanza una balanza comercial favorable para la causa. El país no ha superado en 24 años de abrirse al libre comercio el escenario maquilador que coloca como atractivo para la inversión extranjera la posibilidad de libre acceso de mercancías a Estados Unidos, la de exentar impuestos a las importaciones que apuntan a la exportación, los “estímulos” fiscales… y la mano de obra barata. Gastado el esquema, el país le copió a China el marco de las Zonas Económicas Especiales, a cuyo imán se multiplican al infinito los “atractivos”, oscilando desde largas exenciones de impuestos hasta espacios a cargo del Estado.

Evidentemente, pues, el esquema reclama una sacudida, sea quien sea el próximo Presidente de la República. Por lo pronto, colocada en el paréntesis la renegociación del acuerdo mercantil, la pregunta es qué pasará en junio cuando venza el plazo de gracia a cambio de cerrar la negociación concedido por Estados Unidos para no aplicarnos el impuesto de ingreso global al acero y al aluminio. Y más: si, bajo su convicción de que México y Canadá no quieren perder la gallina de los huevos de oro, Donald Trump opta por la cancelación del acuerdo mercantil.

Y algo más: ¿qué pasará cuando México tenga un presidente que le responda con dignidad a los exabruptos de un presidente de Estados Unidos quien calicó de animales a nuestros indocumentados?

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