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Conocemos apenas 0.1% de lo que fue México-Tenochtitlan

La totalidad de los vestigios del corazón del imperio mexica es un rompecabezas que nunca vamos a poder completar, señala el arqueólogo Leonardo López Luján en cátedra para El Colegio Nacional; explica que los vestigios deben conservar en sus paramentos las cicatrices de la historia

Basta con excavar en el centro de la Ciudad de México a escasos metros de profundidad para toparse con testimonios de nuestro pasado prehispánico y virreinal. Está por todas partes en los cuadrantes centrales de la ahora capital mexicana.

Las estimaciones más aceptadas calculan que la extensión de la isla de Tenochtitlan-Tlatelolco era de unos 13.5 km² en el siglo XVI. De esta extensión hasta ahora solamente se han realizado excavaciones en 12% del recinto sagrado del Templo Mayor, en el corazón de la isla. Y, de manera sorprendente, únicamente se ha escudriñado en el 0.1% de la superficie total de la gran capital del imperio mexica.

Estos fueron datos compartidos por el arqueólogo e investigador Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor, en la conferencia “El Proyecto Templo Mayor y el resurgimiento de la antigua Tenochtitlan”, que forma parte del ciclo “En busca de Tenochtitlan y Tlatelolco” impartido en El Colegio Nacional a lo largo de esta segunda semana de agosto en el marco de la conmemoración por los 500 años de la Caída de México-Tenochtitlan, consumada según documentos el 13 de agosto de 1521.

Sobre todo lo propio de México-Tenochtitlan que aguarda debajo de los edificios coloniales del Centro Histórico, indicó López Luján: “sabemos que es un rompecabezas que nunca vamos a poder completar”.

Algunos querían la reconstrucción de la pirámide

Fue generoso en detalles sobre el proceso de excavación y demolición de edificios a un costado de la Catedral Metropolitana para liberar el terreno donde, se tenía certeza, yacían los vestigios del Templo Mayor, un proyecto que encabezó Eduardo Matos Moctezuma hace 43 años y al cual López Luján se sumó todavía sin la mayoría de edad.

Relató que el descubrimiento de la piedra de la diosa lunar Coyolxauhqui en 1978, como augurio de la posterior emergencia de los vestigios de un pasado esplendoroso, despertó el entusiasmo de la población del país, la clase política, los intelectuales y miembros del jet set internacional de la época, que se arremolinaban por igual en los márgenes del sitio arqueológico para cerciorarse personalmente de la bienvenida a las piedras mitológicas.

“Surgió una presión enorme de gente que anhelaba de todo corazón y con buena voluntad, como Fernando Benítez o el famoso arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, que la pirámide se reconstruyera. Lo deseaban profundamente. Benítez escribió en el Uno más uno una columna con el nombre ‘El ominoso destino del Templo Mayor’, en la cual se quejaba amargamente (de la decisión de preservar las ruinas). El asunto llegó hasta la Presidencia y el presidente López Portillo dijo: ‘que decida quien sabe del tema, que es el profesor Matos, y se haga lo que él considere pertinente’”.

López Luján opina que los templos del pasado tienen en sus paramentos las cicatrices del tiempo y deben preservarse así.

“El Templo Mayor fue destruido violentamente, primero por los enfrentamientos de la Conquista, el asedio de Tenochtitlan de parte de los españoles y sus aliados, y después por la demolición sistemática que sufrió tras el trazo de la ciudad realizado por Alonso García Bravo por órdenes de Hernán Cortés. Esas cicatrices son las que se deben de conservar porque los monumentos no son sólo los testimonios de sus creadores sino también el testimonio de una larga historia”.

Según el arqueólogo Matos Moctezuma, coordinador de este ciclo de conferencias y líder histórico del proyecto arqueológico del Templo Mayor, la pirámide principal pudo haber alcanzado los 45 metros de altura, la misma de la Columna de la Independencia, en el Paseo de la Reforma.

Réplica cuestionada

Maqueta no tiene recursos públicos: Cultura CDMX

La construcción de la maqueta monumental del Templo Mayor o Huey Teocalli, de la cual se ultiman detalles en la Plaza de la Constitución y que ha convocado el rechazo de la comunidad arqueológica e intelectual, no se realiza con recursos públicos del gobierno de la Ciudad de México ni de la Secretaría de Cultura local, afirmó este miércoles la titular de la dependencia, Vanessa Bohórquez López.

“Son recursos privados los que se invirtieron. Es un convenio de hace varios años a través de la empresa Ocesa, que a través de una condonación de impuestos es la que hace la construcción y la que absorbió absolutamente todos los gastos”, declaró en conferencia, acompañada de Alfonso Suárez del Real, jefe de la Oficina de la Jefatura de Gobierno.

Bohórquez López aseguró que esta reproducción de 16 metros de altura, es decir la tercera parte de lo que fue supuestamente tuvo la pirámide del recinto sagrado de México-Tenochtitlan, se hizo “a partir de las investigaciones del INAH, al que se le pidió la asesoría, que nos brindara los planos arquitectónicos concebidos de lo que pudo haber sido”.

La semana pasada, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, fundador del Proyecto Templo Mayor, rechazó haber asesorado de alguna manera dicho proyecto.