Noviembre 26, 2024
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IMPULSO/ Cristina Díaz Salazar
Seré contundente. En estos días el verdadero terror de nuestro país son las historias de feminicidios. Los asesinatos de mujeres han derivado en alertas de género en las entidades donde el índice se ha disparado.
Quienes tenemos la responsabilidad de dirigir una ciudad, estamos obligados a tomar cartas en el asunto. A tomarnos la cosa en serio, y en Guadalupe así lo estamos haciendo.
Desde el Instituto Municipal de la Mujer, lanzamos una aplicación gratuita en la que se difunde a detalle los derechos específicos del género. Sirve además como herramienta de denuncia para casos detectados o para víctimas de violencia.
Desde su publicación, registramos más de 1,200 descargas y 58 casos atendidos. Hablamos de 58 mujeres que tuvieron la claridad y el valor para decir “¡ya basta!”. Hablamos de 58 mujeres que confiaron en nosotros para ayudarlas, para salvarlas.
La aplicación nos ha permitido crear un mapa de la violencia de género. Es decir, se convirtió en una hoja clínica para determinar qué factores comparten la mayoría de los casos.
Ese diagnóstico se tradujo en brigadas constantes que recorren las colonias con mayor incidencia de mujeres violentadas. Un equipo de mujeres visita casa por casa, buscando detectar a tiempo los casos de maltrato. Casa por casa se les explica a las hijas, a las hermanas, a las tías, a las mamás y abuelitas, las opciones que tienen para evitar convertirse en víctimas.
No escatimamos en esfuerzos. Mantenemos habilitado un teléfono de asesoría y ayuda las 24 horas del día. Línea Amiga recibe actualmente 20 llamadas diarias en promedio. La mayoría de las mujeres solicita atención psicológica y jurídica.
Con el apoyo de la ONU, capacitamos además a nuestros policías en la atención de reportes de violencia de género. Hoy los elementos de seguridad pública del municipio de Guadalupe son mucho más sensibles a este doloroso fenómeno social.
Mantenemos también como práctica habitual las campañas de concientización en las unidades del transporte público. Abordamos los camiones y dejamos en claro lo que se tipifica como acoso y sus consecuencias. Lo mismo hacemos en escuelas y centros laborales.
La mística de prevención la llevamos incluso al interior de nuestra administración. En los primeros meses de mi gestión creamos las Unidades de Violencia de Género, conformadas por hombres y mujeres capacitados y designados por dependencia para procurar el respeto y levantar reportes de ser necesario.
Contrarrestar la violencia contra la mujer no es una batalla perdida, no puede serlo, porque detrás de cada víctima hay una familia.