Agosto 15, 2024
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Conciencia de clase


IMPULSO/ Carlos Carral Hernández

Entretenimiento y televisión

Hay muchos sectores en nuestro país que todos los días critican los contenidos de la televisión mexicana, particularmente los contenidos que todos los días programa Televisa, reclamando al mismo tiempo el desarrollo de programas con un nivel intelectual más alto, ¿pero la población está preparada para programas desarrollados con una visión más allá de la cultura de masas?

 

En Nicaragua, una vez que la revolución sandinista logró poner fin a la dictadura de Anastasio Somoza, el movimiento se enfrentó a una disyuntiva aún mayor que la decisión de emprender la lucha que habían librado: qué hacer y cómo trasformar la visión de una sociedad nicaragüense que durante muchos años había sido educada bajo una visión de ignorancia que permitía su abierta manipulación, ante esa disyuntiva, sólo había dos caminos: dejar de trasmitir los programas que se venían trasmitiendo en la televisión de ese país o cambiar de tajo los contenidos televisivos, aunque esta última opción tenía otro problema, ¿dónde estaban los contenidos que ayudarían a la formación de la nueva mujer y el nuevo hombre?.

La respuesta que lanzamos al inicio de nuestra colaboración está contestada, la población de nuestro país no está preparada para contenidos con contenido -disculpará el pleonasmo-, eso es lo más lamentable, así es que este problema al que nos enfrentamos muestra que gobierno y medios de comunicación son dos manifestaciones de nuestras las sociedades modernas, van de la mano, es decir, no puede haber democrátización y cambio en los medios si no hay un cambio en la forma de ver el ejercicio del poder público, aunque, seamos claros, democratización no significa de ninguna manera masificación.

Para infortunio de la propia cultura de masas, de esa que dice que debe producir “televisión para jodidos”, las cosas no son estáticas y lo más sencillo es que tiendan casi en todos los casos a la descomposición, como está ocurriendo en los contenidos televisivos, en lo que no importa si el programa es de deportes, de revista, noticiero o entrevista, todo la trama gira en torno a la explotación sexista de la imagen de la mujer, los contenidos con otro tipo de temática no son negocio.

Lo ocurrido en un canal local de televisa en Chihuahua no es un hecho aislado, lo comentamos porque ese es un argumento de la clase política de este país frente a la porquería  embarrada en sus rostros, es la manifestación de un proceso de putrefacción que aunque lento avanza a paso constante, caracterizado por el paso en el uso de la imagen de la mujer como ornamento secundario en los programas televisivos, a la ridiculización del sexo femenino, al tratamiento abusivo sobre ella con el que se exalta la cultura machista, lo peor es que para muchos fue algo gracioso y una exageración la posición de indignación que en muchos ocasionó el suceso.

Aun nos faltan muchas Tanias Reza y Enriques Tovar por ver, de hecho cada vez veremos más senos y glúteos expuestos, contratos de exclusividad de señoritas Lauras, edecanes que den el clima, escándalos de productores y directores de contenidos acusados de dar oportunidades a cambio de favores sexuales, en todos estos casos con historias de personas que están dispuestas a explotar más su indignidad o socavar la de otros que su verdadera vocación y potencial, con la ilusión de encontrar en ese camino un codiciado contrato con la caja de los sueños que se han convertido en pesadillas.

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