Septiembre 29, 2024
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IMPULSO/ Carlos Carral Hernández

¿Quién pierde con el cambio de dirigencia en el PRD?

Seguramente sería más atractivo escribir acerca de quién gana con los cambios en la dirigencia nacional del PRD, aunque no estaríamos decubriendo el hilo negro,

definitivamente siguen ganando “los chuchos”, que hoy están poniendo en juego la estabilidad de su partido, la imagen y su rentabilidad electoral, aparentemente dejarán la presidencia de este instituto político, abriendo la puerta para que sean las “buenas conciencias” las que dirijan los destinos del sol azteca durante el tiempo que le resta al periodo de Carlos Navarrete, calmando con ello las aguas un poco, una ganancia que afirmamos sólo tienen beneficios en el corto plazo, al largo plazo será una derrota más.

En relación a las pèrdidas, prácticamente pierden todos, el PRD ha entrado en una vorágine de descalabros consecutivos que harán que se mantengan en sus filas solamente quienes ocupan un cargo bajo sus siglas, quienes aspiran a uno de ellos y quienes viven al amparo de alguno de los dos, pero del electorado prácticamente nada, existe un abandono de filas hormiga, que definitivamente le depara un futuro peligroso al sol azteca.

Pero en todo esto hay otro gran perdedor, alguien que tendrá una perdida casi igual a la de todos los propietarios -bajo la modalidad de jefes de tribu- del PRD y este es el Instituto Nacional Electoral, que haciendo uso de las nuevas facultades que el legislador federal de encomendó, organizó la elección de la dirigencia nacional de este partido, una elección que además de cuestionada es la que en los hechos ha dado los peores resultados.

Buscando lograr la incuestionabilidad política y jurídica de la elección para renovar la dirigencia nacional del PRD, los llamados “chuchos” junto con Alternativa Democrática Nacional ADN del actual secretario general Héctor Bautista, hábilmente hicieron las gestiones necesarias para que fuera el INE el que organizara la elección interna, siendo con ell este instituto al mismo tiempo el garante del cumplimiento de los estatutos, le ley y el logro de la transparencia de la administración electoral del proceso, entre otros aparentes características ideales que un proceso electivo debe tener.

Aunque el objetivo se logro a corto plazo, quitando toda posibilidad de crítica sobre el proceso a los contendientes no beneficiados con el resultado, los componentes ya estaban podridos, la estructura detrás de los 2 grupos más grandes dentro del PRD restó de manera inevitable la posibilidad de una contienda en condiciones de real equidad, algo que ni la vigilancia del INE en el cumplimiento de la normatividad partidaria pudo superar, quedando con ello en un verdadero fracaso la intervención del máximo órgano electoral a través de las nuevas facultades que le fueron concedidas, con las que “según” fortalecería la vida democrática y la legitimidad de las instituciones.

¿Qué queda al descubierto?, que para la construcción de una vida democrática, justa y equitativa no basta con el cumplimiento de la legalidad, ese es el elemento que poco nos ofrece y al que más atención le ponemos. El PRD es el un foco rojo que aparece en buen tiempo para cuestionarnos que tan alejada estará el sistema electoral y de partidos en México de la realidad que vive el PRD, una realidad en la que se cumple con la norma, pero donde los componentes están corrompidos de origen; por lo pronto el gran perdedor es el INE, fracasó en garantizar la supremacía de condiciones de equidad en la vida interna de un partido político y fracasó en consolidarse así mismo.

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