Debido al poder político que tiene el Estado de México y por ser un bastión del PRI que difícilmente dejará en manos de la oposición, el tema de la sucesión gubernamental y los aspirantes priistas ha trascendido al plano mediático.
Se han puesto sobre la mesa nombres como: Elías Rescala, Ernesto Nemer, Alejandra del Moral, Ricardo Aguilar y Ana Lilia Herrera. A ellos, se les menciona cada vez con mayor frecuencia, al grado que ya han despertado no sólo el interés de sus seguidores, sino de la clase política en general.
Hay de todo en este grupo. Personajes con una larga trayectoria que alterna entre la administración pública y los cargos de elección popular. Algunos, quizá, tienen carreras políticas más cortas, pero han sabido destacar. Mujeres comprometidas con su partido y su género. También están los que ganan elecciones y han forjado sólidas carreras políticas con o sin el respaldo de los grupos económicos y políticos tradicionales de la entidad.
En fin, todos con aspiraciones legítimas. Lamentablemente, para ellos, pareciera que sus posibilidades se reducen a la decisión y apoyo de algunos exgobernadores e incluso del actual mandatario estatal, Alfredo del Mazo o por lo menos hay quien piensa que es así o tiene que seguir siendo de esa manera; aunque sea uno de los aspectos por los que más se critica a este partido.
Digo que esto es lamentable, porque hoy más que nunca los militantes priistas necesitarán y exigirán a su partido al mejor competidor, a la persona de probada experiencia en lo electoral y lo político. Al que una, convoque, y no a quien sea el resultado de una lucha de vencidas y jaloneos entre la cúpula del partido.
Tal vez, por primera ocasión no sería una desventaja no contar con el apoyo del grupo de exgobernadores del PRI en la entidad y sí con el de la base del partido, quien al final se convertirá en ese multitudinario ejército electoral que sustancialmente aporte más al partido.
Es muy probable que quienes hoy son desestimados o subestimados, mañana sean valorados, por lo que hasta ahora pudiera considerarse su “hándicap” (desventaja), pero con el tiempo, las circunstancias de cada uno de estos aspirantes irán cambiando; tal vez más de uno desista de manera voluntaria, mientras que otrosdecidan jugársela hasta el final.
La moneda está en el aire y aún no hay nada para nadie, por mucho que se presuma su “pedigree político”, hay todo un camino por recorrer en esta carrera por la sucesión gubernamental ¿no lo cree amable lector?