IMPULSO/Agencia SUN
Ciudad De México
Nadie puede con el Cruz Azul en el Estadio Azteca, sede de la final de vuelta del Apertura 2018, en el que La Máquina jugará como local, con todo a su favor.
Los cementeros se sacudieron un fantasma más, al derrotar 1-0 al Monterrey y adquirió el primer boleto a la disputa por el título, 21 años después de su última corona y cinco años y medio de la derrota ante el América, en este mismo gran escenario.
Milton Caraglio pasó de ser el hombre más odiado, al fallar un penalti, a convertirse en la causa de desahogo de los miles de aficionados celestes que gritaron “¡gol!”, cuando el argentino hizo el único tanto, el necesario para la final.
Ya no existen las “cruzazuleadas”, si Cruz Azul tiene que ganar, lo hace. Si tiene que mantener su portería en cero, lo logra. Si se tiene que sacar el resultado, lo saca. A los cementeros sólo les hace falta conquistar la Liga para borrar todos los fantasmas que cargaba al principio del torneo. La Máquina está a 180 minutos de la novena estrella en su escudo.
Cruz Azul arrancó potente, con otra actitud, como ya lo había explicado Caixinha después de la ida. Milton Caraglio, en lugar de Martín Cauteruccio, provocó un mayor roce con la zaga defensa. Mientras que en los costados, Édgar Méndez y Elías Hernández controlaron a los carrileros. El nerviosismo le ganó al portugués, quien vivió casi todo el partido fuera del área técnica y a milímetros de la cancha. No se cansó de pedir intensidad. Para los últimos 15 minutos del primer tiempo, La Máquina tuvo la oportunidad de igualar el marcador.
Después de la salida obligada de Rodolfo Pizarro, por lesión, situación que mermó a los Rayados, Fernando Guerrero señaló penalti a favor de los cementeros. Roberto Alvarado fue derrumbado por un pisotón de Nicolás Sánchez, tras un mal rechace de Marcelo Barovero; el silbante, seguro de su decisión, se negó a solicitar la tecnología. Caraglio tomó el balón, seguro de sí mismo y de convertirse en el hombre importante, y lo colocó sobre el manchón. Suspiró, volteó a ver un par de veces a Marcelo Barovero, conectó con la parte interna de su pie izquierdo… y afuera. Ya en la segunda mitad, el sudamericano ya no perdonó un nuevo rechace al centro del área del portero regiomontano y empujó el balón al fondo de las redes.
El gol de La Máquina tuvo su toque de dramatismo, ya que el segundo asistente, Israel Valenciano Torres, levantó la bandera por fuera de lugar. Ahora sí, Guerrero se comunicó al VAR, que le confirmó que el argentino estaba en posición reglamentaria durante el tiro de Adrián Aldrete. Explosión en el Azteca, pero faltaban 35 minutos. Un gol de Monterrey obligaba a Cruz Azul a marcar dos más, por lo que Alonso mandó al campo a Luis Madrigal y Jesús Gallardo. Todo al ataque, pero nunca pudo descifrar un hueco en la defensiva azul. La Máquina jugará una nueva final, 21 años después de su octavo título.