IMPULSO/ Agencia SUN
México
Una cosa es tener que ver un barro en la nariz, y otra sentir que tienes un barrito en el oído… ¡porque duele terrible! Lo más probable es que no puedas verlo a menos que tengas un espejo buenísimo y la ayuda de alguien más, pero ¿por qué aparecen en los oídos?
Tus oídos tienen una alta concentración de glándulas sebáceas, así que es una locación común para el desarrollo de granos, según HealthLine. Cuando las células de la piel se adhieren dentro de los poros, pueden atrapar el aceite, promover la inflamación y provocar acné.
Como cualquier barro en la piel, pueden ser blancos y feos o rojos y enormes. Es la mala suerte de ser humana y producir aceite.
¿Y cómo se tratan?
Definitivamente no deberías reventarlos por las mismas razones que no deberías reventar ningún barro en cualquier parte de tu cuerpo, según Medical News Today.
Los barros en los oídos deben tratarse con cremas tradicionales para el acné que contengan ingredientes como peróxido de benzoilo y ácido salicílico para secar el barro y reducir la inflamación, según Very Well Health.
¡Ojo! No uses la crema dentro de la oreja en el canal auditivo; los tratamientos tópicos están limitados a la piel de la oreja que puedas ver. Cualquier cosa que metas al oído puede dañarlo e incrementar el riesgo de una infección.
Y si no puedes alcanzar el barro (o es muy doloroso), lo ideal es que vayas con un dermatólogo para que él mismo lo reviente usando herramientas profesionales esterilizados o te ofrezca alguna alternativa.
Sin embargo, si tu barro da comezón y se ve escamoso, tal vez no sea un verdadero barro. Este tipo de imperfección es causada por un hongo en la piel, similar a la que provoca la caspa. El mismo shampoo anticaspa puede utilizarse como limpiador en la oreja para eliminar este tipo de “espinilla” en las orejas. Deja reposar el producto por un minuto para que haga efecto.
Cómo prevenirlos
Si eres propensa a este tipo de barritos, te recomiendo limpiarte las orejas más seguido. Sin embargo, no todo está en la higiene. El estrés, fluctuaciones hormonales e historial familiar también son factores que deberías culpar… y que desafortunadamente no pueden evitarse fácilmente.
Si los barros se salen de control, independientemente de su locación, es súper importante que acudas con un dermatólogo.