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COMENTARIO A TIEMPO

IMPULSO/ Teodoro Rentería Arróyave

FORTINO, UN SER AMOROSO, SEDUCTOR Y TRABAJADOR XXVI

VIGÉSIMA SEXTA PARTE Y ÚLTIMA

Un jueves, el del 21 de febrero de 2019, emprendió mi hermano-amigo Fortino Ricardo el viaje al éter eterno, en jueves también -30 de mayo-, cosas del destino; damos por concluida esta serie dedicada en su memoria.

Retomo la sugerencia de varios entrañables amigos, en primer lugar la de don Carlos Fernando Ravelo y Galindo, de que estas entregas sean amalgamadas para que se conviertan en un libro.

Son 26, aunque en realidad suman 25, puesto que una de ellas es el Prólogo que se sirvió escribir, espontaneo, el mencionado licenciado en Periodismo, Carlos, amigo y hermano de vida.

Lo he platicado a los que me han querido escuchar; primero a mis hermanos María Isabel y Francisco, a mi hijo Gustavo y demás familiares que no pudieron desplazarse a Nogales, Sonora, para asistir a sus exequias: Fortino vivió y emprendió el viaje al eterno éter con alegría y valentía.

Yolanda, su compañera de vida y sus hijos Ricardo y Raúl, me relataron que en los momentos difíciles de la gravedad, mi hermano dio instrucciones precisas: primero para que se cumpliera su voluntad en cuestiones de la herencia y, algo sorprendente, nada de vida artificial; la orden aparte de hablada, pidió lápiz y papel, para darla por escrito.

Todo se cumplió estrictamente, sobre todo la que fue su última voluntad o su voluntad postrera.

Como lo relatamos al inició de la serie, lo recuerdo, emprendimos el viaje el viernes 22 mi compañera de vida Silvia y mi hijo mayor Teodoro a la tierra adoptiva de mi hermano, Nogales, Sonora, donde se realizó como director fundador de la empresa familiar o para clarificar, de la Radiodifusora “La Sonora de Nogales”, para estar presentes en sus exequias.

 El vuelo de la Ciudad de México a Hermosillo, capital del estado; de ahí se completa el viaje por carretera. El tiempo nos impidió seguir camino, nevaba desde hacía 10 horas y a partir de Ímuriz la carretera estaba cerrada. Tuvimos que esperar al día siguiente; llegamos la mañana del sábado 23.

Retrasaron un día más las exequias; en esas ciudades fronterizas nuestras las costumbres están muy arraigadas, la velación es de las 15 horas a las 22, la capilla ardiente, no era así, corrijo, fue un jardín inmensamente florido; los dolientes no se despiden del ser querido, Él se queda, Él nos despide a todos, salimos palmeando, con un último aplauso sentido y emocionado. Al día siguiente, a las 10:00, entregaron la urna que guarda sus cenizas.

Dijimos que cuando llegamos “un manto blanco cubría todo Nogales, los cerros parecían aves aladas listas a emprender el vuelo para colaborar en el viaje de mi hermano al insondable espacio”.

Cuando salimos el domingo 24 en el autobús para iniciar contritos el regreso a casa, volteamos a la ciudad, los cerros empezaban a despejarse de la nieve, ahora el manto era de una neblina alba que subía a los cielos. Se completaba el ciclo, mi hermano-amigo ya estaba en el insondable espacio, Fortino, el ser amoroso, seductor y trabajador ya estaba en el eterno éter. Hasta siempre hermano-amigo, siempre serás mi “cuate” del alma.